14.4.08

Una astilla del roquismo


Las alternativas de la construcción de la Patagonia como un espacio donde política y ciencia dibujan la imagen que tendrá la futura nación, luego de la campaña de Roca, se narran en el volumen “Paisajes del progreso”, que será presentado la semana próxima en la Universidad del Comahue. El trabajo es responsabilidad del Centro de Estudios Patagónicos, que dirige Pedro Navarro Floria.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

Un nuevo retorno a los orígenes, ahora con un protagonista: el territorio, donde la ciencia del positivismo y la política liberal –el proyecto del roquismo- dirimen cómo será el futuro de la nación recién nacida. Un largo período que comienza apenas se disipa el humo de los Rémingtons en los cañadones, valles y mesetas de Río Negro y Neuquén y culmina en pleno gobierno de Hipólito Yrigoyen.

Es un país que comenzó con la inmigración y sus hijos proscriptos y la resistencia de la otrora orgullosa nación mapuche quebrada. Es un país que, al finalizar el período está por asomarse a las más fieras luchas obreras de anarquistas y socialistas. En fin, es un territorio que ocupan galeses fugitivos de un Reino Unido perseguidor y que asuelan los bandidos rurales locales y foráneos –Vairoletto, Butch Cassidy, Sundance Kid- y que empiezan a colonizar chilenos y argentinos por partes desiguales.

La búsqueda de una identidad tras esas nubes de arena y sangre empecinó a Pedro Navarro Floria: “Paisajes del progreso. La resignificación de la Patagonia norte. 1880-1916” trata la construcción de la Patagonia como desierto –explica Perla Zusman en el prólogo- “antes de la campaña de roca de 1879”.

La imagen de ese desierto “desarrollada tanto discursiva como cartográficamente” intentó demostrar que era un ámbito despoblado o “esterilizado por sus habitantes originarios”.

Sobre esa base se utilizaron dos imágenes: desierto y vergel, que constituyen el paisaje como “dispositivo cultural” de aproximación a lo desconocido o distante.

Con Navarro Floria, este corresponsal dialogó sobre las ideas que construyeron la posibilidad del desierto integrado al estado liberal propugnado por el roquismo, una de cuyas vertientes, el reformismo liberal, fundamentó la institucionalización de los territorios.

El historiador, integrante del Centro de Estudios Patagónicos, dijo que el reformismo liberal “es una de las líneas políticas que aparecen en el campo de la oligarquía liberal de la época, a partir de la crisis de 1890 y de la percepción de que hay cosas que no funcionan. Con los territorios nacionales es visible: fueron conquistados por las armas, pero no hubo una sociedad constituida. Los principales referentes del reformismo liberal fueron (Estanislao) Zeballos y Joaquín V. González, funcionarios del Estado nacional. Entre los presidentes enrolados en esta tendencia, se puede mencionar a (José) Figueroa Alcorta y (Roque) Sáenz Peña. El reformismo liberal es un desprendimiento más lúcido, una astilla del palo del roquismo. Ellos mismos plantearon la reforma electoral a partir de las tensiones del sistema pero con el convencimiento de que ganaban las elecciones. Se sorprendieron cuando triunfó el radicalismo”.

Respecto de los pioneros y de las sociedades de los territorios, hay una cierta invisibilidad de los extranjeros, en especial de los chilenos. ¿Qué pasa con las mujeres; también son invisibilizadas?

- La situación de la mujer no se exploró. El pionero es un sujeto del discurso modernizador, y la mujer aparece con el pionero, formando familia. Además, la mujer fue considerada como elemento biológico clave para la renovación de la sangre. La figura del pionero es a priori masculina porque (por ejemplo, en Gabriela Nouzeilles) el pionero es el hombre que somete a la naturaleza, que aparece feminizada, violada por el pionero. La imagen es de William Henry Hudson en “Días de ocio en la Patagonia”. En el siglo XIX es fuerte la imagen del sometimiento de la naturaleza.

¿Cómo ocurre ese proceso?

- Existe una rápida dinámica de construcción del territorio; una operación material de conquista que alimenta la imagen del territorio. Vanni Blengino utiliza una imagen sobre la carrera con las palabras y acontecimientos. A veces las palabras van antes que el conocimiento: conquistaban y descubrían; en cuanto a la Patagonia, tenían una noción muy vaga del interior, conocían sólo la costa. Un ejemplo son los mapas náuticos ingleses del siglo XIX: conocen la costa pero no el interior.

En cuanto a la política en los territorios “se redefine según el Estado absolutamente unitario”. La actitud es diferente con las provincias preexistentes: en esos casos, el Estado nacional “es bastante más federal que con los territorios. Es más federal porque tenía que negociar con las oligarquías provinciales; en esas jurisdicciones había congresos, legislaturas, hay otra circulación de poderes. Con los territorios no ocurre eso, es puro y duro unitarismo. Eso genera el discurso de la minoría de edad, de la adolescencia que considera a los territorios y sus sociedades como incapaces”.

Las élites tienen un papel preponderante en la conformación del “paisaje del progreso”: se trata de una élite conquistadora, que participa de las acciones de “conquista, se reparte las tierras y el botín”.

En una segunda instancia, aparecen “élites locales que empiezan a instalarse o generarse y así se establece un determinado diálogo entre las élites nacionales y las locales. Hay en 1899 hasta la época de Roque Sáenz Peña una serie de viajes de presidentes y ministros, y es importante ver con quiénes se reúnen, a quiénes consideran como el pueblo de los territorios. Por ejemplo, Roca viaja a encontrarse con el presidente chileno, Errázuriz, y los Braun, los Menéndez y los Nogueira. Los aliados estratégicos del roquismo son los grandes empresarios patagónicos”, indicó Navarro Floria.

Cuando hablan del interés del pueblo de los territorios “y cuando hablan de que el territorio nacional debería tener representación en el Congreso, hablan básicamente de ellos”.

Entonces, “el rol de la élite es el de la construcción de la élite local. La élite nacional elige al interlocutor, lo construye”.

PRESENTACIÓN

“Paisajes del progreso” se presentará el próximo 16 de abril en el Aula Magna de la Universidad del Comahue. Desde las 19, Andrés Dimitriu se referirá al libro y a la articulación de la comunicación como elemento constitutivo del imaginario sobre el área cordillerana. Según Pedro Navarro Floria, la colaboración entre el Centro de Estudios Patagónicos y Dimitriu confirma “una idea de hacer historia: no para los historiadores; sino que lean la historia los no historiadores, es decir, quienes se dedican al turismo, al medio ambiente, a la comunicación”.

La tirada del libro es de 100 ejemplares y se distribuirá a través de “Manuscritos”, la librería universitaria ambulante de Alejandro Gamero. La presentación se repetirá en mayo en Buenos Aires –en dependencias de la Universidad de esa ciudad, y de la Católica- y posteriormente en las jornadas de historia de la Patagonia, cuya tercera edición se desarrollará en San Carlos de Bariloche en noviembre próximo.

El volumen está coordinado por Pedro Navarro Floria; su prólogo estuvo a cargo de Perla Zusman y contiene ensayos de Pablo Azar, Alberto Garrido, Carla Lois, Gabriela Nacach y Leonardo Salgado.

Lo nuevo, lo viejo, lo actual


Formas modernas de última tecnología se combinan con los hábitos tradicionales premodernos en la organización del trabajo rural. A pesar de las tendencias globales, no se puede hablar de un rumbo hacia la uniformidad total en los procesos de producción agrícola. De eso se trata “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias”, un libro editado por el Grupo de Estudios Sociales Agropecuarios, GESA, de la Universidad del Comahue.

Gerardo Burton

geburt@gmail.com

El escritor británico John Berger apuntó, en su libro de ensayos, relatos y poemas “Puerca tierra”, que “el campesino ha sobrevivido más tiempo del que le habían pronosticado. Pero durante los últimos veinte años, el capital monopolista, mediante sus empresas multinacionales, ha creado una nuev estructura del todo rentable, la ‘agribusiness’ por medio de la cual controla el mercado, aunque no necesariamente la producción, y el procesado empaquetado venta de todo tipo de productos alimenticios. La penetración de este mercado en todos los rincones de la tierra está acabando con el campesinado”.

Eso dice Berger. Sin embargo, en un análisis del impacto de la aplicación de tecnologías de punta en la producción, empaque y comercialización; la transformación de las unidades productivas y el implacable proceso de reconversión que vivieron las explotaciones agropecuarias –fundamentalmente frutihortícolas- en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, el Grupo de Estudios Sociales Agropecuarios de la Universidad del Comahue ensaya una posición intermedia: “no hay imagen de polarización; hay productores que se pudieron reconvertir, algunos se autodenominan productores y otros chacareros que se desempeñan en la histórica actividad pluriagraria el Alto Valle”.

Esa afirmación pertenece a Mónica Bendini, prologuista del volumen “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias”, perteneciente a la colección Cuadernos que edita el GESA de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNCo. Es el sexto título que publica el grupo (ver aparte), en este caso compilado por Martha Radonich y Norma Steimbreger.

Bendini explicó que el libro reseña la cadena agrícola “ubicada en contextos más amplios”, y describe las relaciones “entre la reestructuración económica y las reestructuraciones sociales”. Como resultado, en el Alto Valle y en el Valle Medio se observa “un impacto heterogéneo”.

Se trata de analizar el impacto de las nuevas formas de producción “sobre las organizaciones sociales y de los trabajadores y sus efectos sobre el territorio, cómo se incorporan nuevas áreas para exportación” en el proceso de globalización creciente, indicó Steimbreger.

Para Graciela Landriscini es importante señalar cómo se modifican las relaciones de intercambio, es decir, cómo se determina qué hay que producir; qué capacidad de decisión sobre la producción tienen los productores; cómo influyen las cadenas de híper y supermercados y cómo y quién “da la orden de qué producir, cómo hacerlo en cuanto a control de calidad, fijación de precios y variedades” que deben comercializarse.

Otros elementos a tener en cuenta son las inversiones que se exigen; los sistemas de fertilización y de poda, y así se puede observar “cómo se modifica la forma de trabajar, en cuanto a cantidad y a calificación”, indicó Landriscini.

También mencionó los cambios en el empaque; los costos salariales para los pequeños productores que se desempeñan de manera multifuncional y las grandes explotaciones.

Bendini se refirió también al proceso de transnacionalización que modificó las relaciones sociales y de producción. Pero indicó que “no existe una imagen de polarización, pues hay productores que se pudieron reconvertir y otros no”.

Señaló la distinción que se hace en el sector en relación con la actividad histórica en la zona rural del valle entre productores y chacareros, que se debe, dijo, a la coexistencia entre áreas tradicionales y nuevas en la misma zona.

También puntualizó la “unidad temática” del volumen editado, por su contenido.

En efecto, los procesos descriptos abarcan regiones de la Argentina, México y Brasil. Se analiza cómo “transforman el escenario productivo y el espacio social, construyen nuevas formas de territorialidades que coexisten con hábitos tradicionales de producción tales como la precariedad laboral en las zonas rurales”. Se trata de una “agricultura flexible” –término de la especialista Sara Lara Flores- que se propone lograr competitividad mediante la combinación de nuevos y viejos procesos de trabajo, tecnologías y formas de uso de la fuerza de trabajo que tornan al empleo más intermitente e itinerante.

En el prólogo, Bendini señaló que el sector frutihortícola es, “desde hace algunas décadas, uno de los sectores más dinámicos de la agricultura, tal como se manifiesta en las regiones estudiadas del Norte de la Patagonia, Litoral y Cuyo en Argentina; Baja California, Sonora y Sinaloa, entre otras, en México; valles del río San Francisco en Sergipe, Bahía y Pernambuco de Brasil, donde el mayor dinamismo se genera en la producción destinada a la exportación”.

Ese dinamismo está expresado en la movilidad del capital, la transferencia y la venta de empresas regionales o nacionales a firmas extranjeras. Ese proceso de desnacionalización de la producción, que reproduce lo ocurrido en el país y en América Latina, está analizado pormenorizadamente por Landriscini y Osvaldo Fleiss.

En ese contexto, Bendini mencionó las “empresas modernas radicadas en la región (que) lograron insertarse con éxito en el mercado mundial: uso de tecnologías de punta; organización a escala y descentralizada de sus procesos productivos; control de los segmentos de distribución y de comercialización y movilización de complejos flujos migratorios para disponer de mano de obra barata y abundante.

... formas combinadas de concentración económica y de persistencias adaptativas de pequeños y medianos productores que provoca la continua reestructruación de las relaciones técnicas y sociales de producción. Uno de los efectos más importantes de los procesos de revalorización de tierras para la actividad agrícola orientada a productos de calidad es la transformación de los mercados de trabajo, de las relaciones intersectoriales y de las propias comunidades locales. Así, las nuevas formas de organización de la agricultura redefinen las posiciones productivas de trabajadores, productores y empresarios; reestructuración que responde, por una parte, a tendencias mundiales de la reestructuración productiva e inserción flexible pero, por otra, a especificidades regionales y a redes locales de actores.

El espacio es una cadena de lugares interconectados: para los productores, el territorio no es sólo ellugar (o los lugares) en íse vende la producción, para los trabajadores no es sólo el lugar en donde se reside sino son los lugares adonde se migra para trabajar (desplazamientos múltiples, nuevas configuraciones familiares, redes sociales).

Las políticas neoliberales de fuerte impacto en la región durante los años ochenta y noventa transformaron profundamente la agricultura. Atendiendo a la flexibilidad de su producción y su adaptación a las condiciones cambiantes del mercado, algunos autores la caracterizan como una agricultura postfordista, mientras para remarcar la combinación entre la flexibilidad productiva y el uso del trabajo precario oros autores hablan del surgimiento de una agricultura flexible; tal el caso de las empresas del sector agroexportador frutihortícola que se reestructuraron, combinando el uso de tecnologías sumamente sofisticadas con el uso de una abundante mano de obra migrante temporal y precaria para obtener productos de calidad internacional y lograr su máxima rentabilidad en el mercado global.

Al surgir una nueva división internacional del trabajo en los sistemas agrícolas a nivel mundial, la agricultura de los países periféricos se integra más y más a las actividades de las empresas agroindustriales, las que han ido conformando crecientemente conglomerados transnacionales, y al mismo tiempo la reestructuran. Los complejos agroindustriales fueron profundizando su integración vertical mediante el desarrollo de cadenas productivas extendiendo su control en los distintos eslabones o segmentos, dese la producción al consumo final de los productos agrícolas. Este proceso ha sido acompañado, en las últimas décadas, de una creciente concentración e internacionalización del capital a través de complejas estrategias de descentralización geográfica productiva/centralización de gestión; creación de redes de abastecimiento; requerimientos crecientes de mano de obra transitoria mayoritariamente extra local, entre otros.

OTROS TÍTULOS

NEUQUÉN (AN).- “Reestructuraciones sociales en cadenas agroalimentarias” es el sexto cuaderno GESA, y fue editado por La Colmena en Buenos Aires, con una tirada de 500 ejemplares. El grupo publica dos colecciones, la de los cuadernos y las que realiza en colaboración con otras instituciones, como es el caso del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA. Entre otros títulos, el catálogo de ediciones está constituido por “Campesinado y ganadería trashumante en Neuquén”; “Trabajo y cambio técnico. El caso de la agroindustria frutícola del Alto Valle”; “El campo en la sociología actual”; “De golondrinas y migrantes”; “Crianceros y chacareros. Territorio y organización social de la agricultura”; “Con las puras manos. Transformaciones agroindustriales y laborales en nuevas y tradicionales zonas frutícolas del norte de la Patagonia”.

Los artículos del presente cuaderno están compilados por Martha Radonich y Norma Steimbreger. Sus autores, entre los integrantes del GESA y los invitados, son Amalia Kreiter; Graciela Landriscini; Osvaldo Preiss; Marta Ciarallo; Mónica Bendini; Nidia Tadeo; Hubert de Grammont; Adriana Bocco; Sara Flores; Josefa Barbosa Cavalcanti; Dalva da Mota; Verónica Rama y Belén Álvaro además de las compiladoras.