28.11.09

Argentina: La seguridad, insegura


Adolfo Pérez Esquivel*.

Una y otra vez vuelven los personajes de turno; la diva del teléfono "Su", reclama represión y pregona la pena de muerte para aquellos que supuestamente atentan contra la seguridad.

El mediático y divertido señor Tinelli y la señora de los almuerzos Mirtha Legrand, tienen medios audio-visuales a su disposición y suman su reclamo y convocan a una reunión por la "seguridad"; están cansados y temerosos que los pobres corten rutas, avenidas, y generen el caos ciudadano; están hartos de piqueteros que reclaman trabajo y seguridad para sus familias y la comunidad.
Los medios de incomunicación, comunican los desastres y anuncian el "Apocalipsis Now"; el Grupo Clarín y la Nación fogonean la campaña de desestabilizar al gobierno. La Pitonisa clama toda clase de calamidades y envía cartas a las embajadas, anunciando que, la única garante institucional de la Nación es ella y nadie más.
Pretenden ignorar que el único garante de la democracia, es el Pueblo. Josué de Castro, medico brasileño que fuera director de la FAO, en su obra "La Geografía del Hambre" dice: "Los pobres no duermen porque tienen hambre, y los ricos no duermen porque tienen miedo a los que tienen hambre".
¿Cómo podemos trabajar y lograr que todos duerman sin sobresaltos y que, aquellos que más tienen, aprendan a compartir el Pan y la Libertad, con los que menos tienen?
Pero no, los personajes ricos y famosos televisivos reclaman "seguridad y mano dura contra los pobres". Recuerdo a uno de mis profesores de filosofía, Galíndez, quien decía que: "en el teatro griego los actores usaban máscaras y al terminar la función debían sacársela y volver a ser personas". Hay personajes que continúan actuando y no quieren sacarse la máscara por miedo a ser personas. El profesor nos enseñaba que: "es más difícil ser señor que doctor".
Saquen sus conclusiones los personajes; es una buena lección. Hay que preguntarles porqué callaron cuando la Sociedad Rural y la Federación Agraria pararon el país durante 4 meses para desestabilizar y condicionar al gobierno y guardaron silencio frente a la voracidad económica del llamado "campo sojero y otras yerbas"; son quienes destruyen los montes y expulsan a los campesinos e indígenas; quienes durante el paro tiraron miles de litros de leche y alimentos de los camiones con acoplados en las rutas, mientras más de 10 millones de compatriotas están en la pobreza. No pueden ignorar que los terratenientes y sus aliados imponen los monocultivos, la desertificación y contaminación, y todito esto lo hacen con total impunidad.
Pregunto: ¿Quién se hace responsable de las pérdidas sufridas por los afectados por el paro del campo? Deben saber que muchos sectores sociales trabajan y luchan contra la inseguridad; pero la visión y comprensión es distinta a la de los ricos y famosos...
¿Le preguntaron a un chico que vive en la calle, hambreado, castigado y marginado por una sociedad injusta, cuál es su seguridad?- Recorrieron alguna villa o asentamiento y preguntaron a los pobladores cuál es su seguridad?- ¿Pensaron en los pueblos originarios a quienes los "empresarios del campo" les quitan las tierras, y los obligan a emigrar a la periferia de las grandes ciudades y formar piquetes para reclamar sus derechos?
Quienes acamparon 33 horas, en la Avenida 9 de Julio, no estaban ahí por gusto con sus bebés y niños; soportando frío, calor, presiones y la indiferencia social. Reclaman trabajo, no mendicidad; tuvieron el coraje de denunciar el clientelismo político de los municipios y a los punteros políticos y la falta de respuesta oficial.
El mismo reclamo se extiende en el país, como sucede en la Quiaca, cuando en enero, cuatrocientos pobladores, la mayoría mujeres, se declararon en huelga de hambre con su hambre, para reclaman trabajo y condiciones de vida para sus familias.
La gente busca resolver sus problemas, y cuando no son escuchados por los responsables de los gobiernos provinciales y el gobierno nacional, se movilizan para lograr sus objetivos a través de acciones de resistencia no-violentas.
En Tucumán hay "barrios privados"; sería bueno que los recorran aquellos que comen todos los días y tienen que hacer dieta para no engordar y se "sacrifican en el gimnasio".
Comprobarán que han proliferado los "barrios privados". Privados de luz, de agua, de asfalto, de escuela, de salud, de trabajo y de seguridad. Más ‘privados’ imposible.
¿Se olvidaron del saqueo del 2001 y 2002, que sufrió el pueblo cuando sacaron todo el capital del país y dejaron a muchos con una mano adelante y otra atrás, y los ahorristas en el corralito vieron esfumarse sus ahorros?
Necesitamos hacer un esfuerzo todos los sectores sociales, culturales, políticos y religiosos para recomponer el cuerpo social y no para destruir. Hay que aprender de los trabajadores de las fábricas recuperadas y de los campesinos, pequeños productores rurales; son ejemplos de resistencia social y tienen propuestas concretas.
Se está desatando una campaña con ánimo golpista; vemos una exacerbación permanente para desestabilizar al gobierno y provocar la violencia desde lo verbal a lo social y estructural. Critican hasta los 180 pesos por niños. Cualquier cosa que hace el gobierno está mal, pero no proponen nada mejor.
Los medios de comunicación, manipulan la información y aumentan las tensiones y conflictos; reclaman "libertad de prensa, confundiéndola con libertad de empresa", gritan y vociferan contra la Ley de Medios Audiovisuales. Callaron durante 25 años la ley impuesta por la dictadura militar, con la cual estaban conformes porque les garantizaba el monopolio de los medios y control de la información del país.
Estamos frente a un "aquellare político y social", que pocas veces vivió el país, cargado de fuerte virulencia contra el gobierno. Es preocupante y peligroso. Soy crítico del gobierno y lo manifiesto públicamente; hay acciones políticas contradictorias que no comparto por su incoherencia entre el decir y el hacer; pero hay que encontrar alternativas sociales, culturales, económicas y políticas.
Hace tiempo que se siente un fuerte olor podrido en el ambiente, cargado de palabras devaluadas y violentas, que van más allá de ser oposición política; se siente mal olor al estilo hondureño que pone en riesgo la democracia.
Al gobierno hay que sostenerlo, más allá de si estamos o no de acuerdo con su política, personalmente no lo estoy, y reclamarle y exigirle que corrija los errores políticos que atentan contra el pueblo; reclamarle transparencia y ética en el ejercicio de su función y gobernabilidad.
Los que disponen de medios de comunicación, tienen la responsabilidad de actuar con sabiduría y prudencia y no utilizarlo con actitudes golpistas.com. El otro camino es la complicidad para provocar la ingobernabilidad y enfrentamiento entre argentinos.
A los pregoneros que pretenden imponer la represión y la pena de muerte hay que decirles que son caminos del autoritarismo y regímenes dictatoriales que ha sufrido el país y el continente. No hemos luchado y sufrido para retroceder. El costo fue altísimo y las heridas aún duelen
Es necesario recomponer el cuerpo social y encontrar caminos superadores hacia un nuevo "Contrato Social" con nuestro pueblo y defender los espacios de libertad les decimos a los golpistas.com. "Nunca más".

(*) Adolfo Pérez Esquivel es premio Nóbel de la Paz y titular del SERPAJ

ver en: http://www.argenpress.info:80/2009/11/golpistascom-argentina-la-seguridad.html

14.11.09

Reos de propiedad

por María Beatriz Gentile (Publicado en el diario Río Negro el 12 de noviembre de 2009)



Según el Censo Nacional Agropecuario del 2008, el 65% de las explotaciones agropecuarias (EAP) de la provincia del Neuquén se halla sin límites definidos, lo que equivale a decir que, de un total de 4.519, 2.950 no están delimitadas. Esto contrasta fuertemente con la vecina provincia de Río Negro, donde sólo el 5% de las EAP no posee definidos sus límites. Mientras en esta última más de 11.000.000 de hectáreas cuentan con delimitaciones claras, en Neuquén sólo 2.000.000 están dentro de esta condición. El panorama se torna aún más confuso ante los números que maneja la Subsecretaría de Tierras de la provincia del Neuquén cuando informa que el 77% de la tierra está regularizada y que la provincia se encuentra "en el mejor lugar en la materia, a nivel país". No nos queda claro a qué se hace referencia cuando se habla de "regularización", pero lo cierto es que sigue siendo altísimo el número de explotaciones agropecuarias que no están delimitadas. Esto último no hace más que fundamentar la necesidad de un relevamiento territorial como prevé la ley 26160, normativa nacional a la que se oponen tanto el gobierno de la provincia como sus clases propietarias.

Neuquén es una de las pocas provincias que se niegan a llevar a cabo este relevamiento territorial. Demasiados intereses en juego de una burguesía que ha sabido acumular primero desde el comercio y luego haciendo negocios con el Estado y ahora aspira a hacerse de la tierra a la que ha llegado un poco tarde y debe disputarla con antiguos poseedores.

La conflictividad desatada en los últimos meses por el relevamiento territorial ha puesto en entredicho el discurso paternalista con que el partido gobernante (MPN) ha venido respondiendo a la demanda de los pueblos originarios. En otro sentido se ha revelado inconsistente el imaginario colectivo que por años sostuvo a la cultura mapuche como un elemento constitutivo de la identidad neuquina. ¿Qué pasó entre la poesía de Marcelo Berbel y los discursos de Nuno Sapag? ¿Cómo se llegó de Amutuy donde "mi hermano me arrincona sin piedad" a los infiltrados de ETA y de las FARC?

Pocas dudas caben acerca de que la "nación blanca" que pretendemos ser se construyó a base de políticas depredadoras material y conceptualmente del elemento indígena. Teodoro Müller, un pionero de origen alemán asentado en Cinco Saltos a principios del siglo XX y fundador de la primera cooperativa de fruticultores, relata en sus memorias haber conocido a un soldado expedicionario que contaba cómo después de una batalla "comenzó el degüello sobre la orilla de la laguna tirando las cabezas cortadas al agua hasta que terminaron con todos; la persecución prosiguió con toda energía exterminándolos a montones y los últimos traspusieron la cordillera refugiándose en Chile, aunque algunos se refugiaron en los bosques precordilleranos". Más que claro resulta que el avance de las fronteras interiores estuvo muy lejos de revestir el carácter "civilizador" que las versiones racistas de la historia elaboraron. A pesar de lo mucho que se ha avanzado en el campo de la investigación histórica, las escuelas primaria y secundaria insisten en contar a nuestros jóvenes que la historia de la Argentina comienza con la conquista y colonización y que antes que conquistadores estos señores parecían "inmigrantes".

Hoy el conflicto por la tierra en Neuquén forma parte de la lucha por la distribución equitativa de la riqueza en la Argentina. Esta nación que por siglos se ha venido viendo a sí misma como una nación blanca y europea debe comenzar a enterarse de que -según el censo poblacional del 2000- más de un millón de personas forman parte de pueblos originarios y otro tanto se reconoce como descendiente; de que de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires, el 56% de los argentinos tiene algún grado de parentesco en sus antepasados con etnias originarias; de que el famoso "crisol de razas" se hizo añicos con la Ley de Residencia y la Semana Trágica de 1919 y, por último, de que el "mal que aqueja a la Argentina" no es la extensión ni el desierto, como escribió Sarmiento. El mal que aqueja a la Argentina, hoy como entonces, es la concentración de la riqueza. Mientras esto no se modifique siempre habrá reos de la propiedad.


Doctora en Historia. Facultad de Humanidades. Gehiso UNC. Delegada de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación

31.10.09

La fiesta invisible




Por Sandra Russo (publicada en Página 12)

Hay un país a la vista que tiene la piel irritada. Ese país, ese lado del país, ese costado, es el de exhibición permanente. La parte por el todo, metonimia. No a todos los sectores ni a todas las interpretaciones del país se las cuelga de la misma cantidad de ventanas. Hay una banda de sonido permanente en los medios, música funcional, que refuerza la idea de que la que cantamos es una mala canción.

Los grandes medios, después de la promulgación de la ley, han perdido todo decoro. El relato alcanza niveles de ficción tan fuertes que a Mauricio Macri no le parece disparatado sugerir que fue Kirchner el que mandó a pinchar los teléfonos. Hay dirigentes de la oposición que denuncian que están entrando armas a Ciudad Oculta y al día siguiente, después de haberlo amplificado hasta el hartazgo, el coro trágico se pone a hablar de otra cosa.

Todo pasa, todo pasa, viajamos en un tiempo que es una calesita, giramos por los insultos más fuertes que se hayan escuchado en democracia, por las acusaciones más canallas que después se olvidan, bebemos la bilis de los oradores, la danza de los fantasmas, la queja perenne, la distorsión maníaca. El debate político se presenta como un combate con vencedores y vencidos. Es imperioso sembrar la desconfianza. Elisa Carrió también dice que el poder está “usurpado”. Todo se escucha como lluvia: somos quien oye llover.

Los periodistas hemos quedado a los dos lados del río y llueven los cascotazos. Es difícil soportarse, entre unos y otros, y a uno mismo. La vida se volvió incómoda. Está plagada de ráfagas de indignación. Quizá por suerte seamos muy poco corporativos y no hayamos entrado en la Danza de los Colegas cuando llegó el momento de tomar posición. Nunca fuimos neutrales, después de todo. No tenemos manera. Estamos condenados, como todos, a las perspectivas.

Dicen que hay mucha gente que tiene mucho miedo, que los mozos y las mucamas se han vuelto sospechosos. El público de Mirtha Legrand lo cree. Ella se manifiesta así. Y por qué no habría que creerle. Hay mucha gente asustada. Pero no se entiende muy bien qué les da miedo. Cuál es el objeto de su revulsión.

Y sin embargo, en el medio de este tole tole que nos tiene a todos unidos por el agotamiento, pasan cosas sorprendentes. Cinco millones de niños hijos de desocupados o trabajadores informales tendrán un ingreso mínimo. Lo que vale una camisa en un negocio del Alto Palermo. Una tajadita. Una bienvenida a la vida, reconociéndoles lo que hoy no se les reconoce: que son personas. Las más débiles. Las que hoy mismo, como antes sus padres y sus madres, no tienen mucha conciencia del avasallamiento del que son víctimas constantes. El hambre es un crimen, sostienen los Niños del Pueblo de la CTA y las organizaciones sociales. Y qué hay con las organizaciones sociales, que algunos están descubriendo ahora, después de varios años sin piquetes. Ellas son las que más han hecho por los pobres que nos dejó el menemato. Ellas son los mismos pobres organizados. Algo de eso es lo que tiene alteradas a las señoras. Porque una cosa es ayudar a los pobres y otra que a los grasitas se les ocurra disputar poder. Las señoras no se lo plantean en estos términos. El antiperonismo tiene un fuerte carácter esteticista. Lo negro en general espanta. La política se vuelve estomacal: lo blanco no traga a lo negro.

Los spots contra la ley de medios siguen tronando en la pantalla y ahora vendrá la SIP a darles la razón a los ofendidos, y muchos insistirán en que en la Argentina no hay libertad de prensa, mientras siguen con su relato de Guerra Fría. El Estado totalitario que oprime la libertad de expresión. Esta semana me llegó por correo el libro de Pascual Serrano Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Tiene prólogo de Ignacio Ramonet. El punto de vista es muy interesante. Tanto Ramonet como Serrano se preguntan cómo funciona la censura en democracia. Me permito introducir este gran tema, el primero que ocultan los medios. No es ninguna casualidad que todavía mantengamos tan obstinadamente en la cabeza un fantasma más compatible con la ex Europa del Este que con la actual América latina. ¿Cómo funciona la censura en democracia?

En todo el mundo, los medios están viviendo un fenomenal proceso de concentración. El poder que disputan no es tan mal visto como el que disputan los grasitas. Los propios medios se encargan de que su causa y su inercia, que es la concentración, sea una causa humanista. En nombre de la libertad de expresión la Fox quiere convencer a los norteamericanos de que Obama quiere alinearse con Chávez.

“Es obvio que la censura ya no funciona por restricción, o por amputación, o por supresión, como lo hace en países donde se mata o se encarcela a los periodistas o se cierra un periódico”, dice Ramonet. Y vuelve a preguntarse lo mismo que Serrano: ¿Cómo funciona la censura en democracia? El libro entero es un intento de respuesta. Pero admite Ramonet que “lo que sí ocurre es que hay mucha información que no circula, porque hay sobreinformación. Hay tanta, que la misma información nos impide –como un biombo o una barrera– acceder a la información que nos interesa”.

Puede que cada tanto nos embargue la sensación de que estamos viviendo momentos de una intensidad impensada, y que esa sensación se alimente con las sensaciones de otros. No había pasado antes que la pobreza fuera utilizada como una chicana más, como la perenne y evidente prueba de un fracaso. Tampoco había pasado que un guante como ése fuera recogido tan pronto, y que de esta coreografía estúpida que baila la oposición de derecha finalmente salieran los primeros pasos de millones de niños hacia el horizonte de su propia ciudadanía.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/contratapa/13-134432-2009-10-31.html

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26.9.09

Este Gobierno se la busca

Ah, si este Gobierno no se metiera con la ley de Medios. Si en lugar de querer dejar sin trabajo a Silvestre y Bonelli, y si en lugar de querer empobrecer a Magneto y a la señora de Noble, y a Vila y a Manzano; y si en lugar de hacer enojar al rabino Bergman y obligarlo a fabricar slogans pegadizos y tener que cambiarse continuamente los kipás caros para salir en el programa de Mariano Grondona, este Gobierno tendría una hinchada vip y no una hinchada camionera que ahora tiene. Y si en lugar de haber permitido esta Corte Suprema con jueces y juezas libertinos que en cualquier momento aprueban el casamiento de hermafroditas y dejan que la novia con bigotes se vista de blanco; y si no se metiera en revoluciones ajenas, de tipos con sombreros caribeños que para lo único que sirven es para retobar a los pueblos originarios que se mantuvieron mansitos tantos siglos. Y si no insistiera en cobrarle impuestos al Campo y en decirle a los tamberos cómo tienen que ordeñar las vacas. Si devolviera Aerolíneas Argentinas, y se retractara de haber estatizado las jubilaciones privadas. Para qué insiste este Gobierno en querer regular la economía que si se la dejara en libertad haría una Argentina grande y llena de inversores y de sojeros patrióticos. Este gobierno se la busca. ¿No le bastaba con los jubilados existentes, que triplicó la incorporación de nuevos jubilados?
¿Qué necesidad tenía de dejar que siguiera creciendo la cantidad de asaltantes y de violadores? Como dice Macri, este Gobierno se la pasa pensando algo perverso las venticuatro horas del día. Después que no digan que no se la busca. Ah, si este gobierno se dejara de molestar a la Iglesia con el libre consumo casero de marihuana, con el aborto delivery y con la persecución a sacerdotes que cumplieron con su deber durante la dictadura.
Y si no hubiera buscado nietos de desaparecidos que estaban lo más panchos, hoy cientos de nietos seguirían felices con sus padres adoptivos en lugar de ser pacientes de psicoanalistas. Qué bien que le iría a este Gobierno si no hiciera las cosas que hace. Y mejor aún le iría si se dejara de joder con esa idea del garantismo, para asesinos que deberían ser fusilados antes de costearles un juicio. Si no se hubiera encaprichado con las retenciones, hoy Cobos sería un vicepresidente tranquilo. Republicano.Y resolvería sus fantasías sanamente corriendo maratones.Y no habría tanta gula destituyente; y la oposición opositora recobraría la partícula “sí” en su lenguaje. Si este gobierno no hubiera querido controlar el dólar, hoy los argentinos volverían a estar felices y también felices estarían los devaluadores y los del Cema. Y los operadores que soplan el riesgo país porque a ellos el riesgo, los refresca. A lo mejor este gobierno se merece los enemigos que tiene. Porque paradójicamente son sus enemigos los que más lo mejoran.

4.8.09

Comunicación para el proyecto nacional

Un aporte para la discusión, elaborado por un equipo de profesionales y técnicos durante un encuentro realizado en Buenos Aires.

1.- Discusión política.

EL ESCENARIO ACTUAL

A partir de la década de los 90 se profundizó la instauración del neoliberalismo con la privatización de los medios y la reducción de la comunicación social a meras políticas de mercado. Ese dispositivo multimedia, que expresa la voz de unos pocos grupos económicos, es el que vuelve ahora a empujar a la Argentina hacia la restauración conservadora.

El modelo de desarrollo democrático con inclusión social y participación federal de todos sus habitantes no es viable si no cambia el mapa que concentra en un par de empresas porteñas la agenda política, económica y cultural de los argentinos. Esa agenda que intimida, despolitiza y desinforma para incidir en la construcción de un perfil de opinión pública que acepte la vuelta atrás.

La gestión iniciada por Néstor Kirchner en 2003 avanzó en la reparación histórica de la gravísima herencia de impunidad, destrucción del Estado y del sentido de lo público, la pobreza y exclusión que dejó el autoritarismo de mercado en los 90. Luego Cristina Fernández de Kirchner impulsó mecanismos para la redistribución del ingreso y fortaleció el compromiso latinoamericano de la Argentina, despertando una feroz reacción en los grupos de poder.

Desde los primeros días de la gestión de Cristina, la agenda mediática vino instalando en la sociedad la idea de que las carencias en materia de seguridad, calidad institucional, justicia social, redistribución del ingreso y gestión pública se resuelven volviendo al mercado y no profundizando la transformación del Estado. La campaña preelectoral y la lectura sobre los resultados del 28 J avanzan en la construcción de un escenario sin la opción del kirchnerismo y despreciando otros aportes como los provenientes de actores sociales, otros partidos populares o expresiones del pensamiento nacional.

La democratización de los medios y del acceso social a ellos constituye desde 1983 un requisito pendiente de la democracia. Ello se hizo particularmente visible a partir de la reacción conservadora encabezada por las patronales del campo en 2008. Ese año Cristina decidió poner en debate el tema a través de un proyecto de ley que recogió las iniciativas populares de los últimos años.

POLÍTICA Y COMUNICACIÓN
En los tiempos de la telepolítica, cuando la comunicación de las estrategias y de las políticas públicas no tiene manera de llegar a la sociedad y depende de la trama multimedia del mercado, es muy difícil construir el sujeto social que se movilice y defienda los cambios que favorecen sus intereses.

Nuestra convocatoria surge de la necesidad de promover acciones y propuestas que aporten al desarrollo de todas las herramientas para construir desde la comunicación ese sujeto social comprometido con un proceso de transformaciones a favor del interés nacional y popular.

La agenda de este tiempo está en disputa. El ejemplo del golpe en Honduras muestra que la restauración conservadora no habrá de reparar en las formalidades de la democracia. En la Argentina los grupos económicos resignifican el “diálogo” pervirtiendo su esencia al plantearlo, de modo unilateral, sólo desde la consideración de sus intereses sectoriales que disfrazan de nacionales.

En ese marco resaltamos la necesidad de considerar que la acción política es un hecho comunicacional y que no hay comunicación sin política. La propuesta de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual constituye un paso fundamental para la democratización y transformación del mapa de medios de la Argentina, así como para garantizar el efectivo ejercicio del derecho a la información y la libertad de expresión. Corresponde ahora, en consecuencia, su pronto envío al Congreso de la Nación para su tratamiento y aprobación.

COHERENCIA Y PARTICIPACIÓN

Esa bandera es parte de la movilización social que desde el retorno de la democracia ha bregado por instalar el debate de la comunicación y los medios como un elemento inseparable de la reparación de los derechos más esenciales de nuestro pueblo. Hemos sostenido que si unos pocos controlan la información no es posible la democracia.

La construcción de la propuesta de ley de servicios audiovisuales a partir de los 21 Puntos surgidos de la convocatoria y participación de actores sociales, políticos, universitarios, de la cultura y de los medios en la Coalición por una Radiodifusión Democrática también muestra un modelo de acumulación social necesario para disputar la agenda.

2.- Modelo organizativo

RECUPERAR NUESTRA HISTORIA

Somos parte de un amplio colectivo que desde la tarea periodística, la comunicación institucional o popular, la investigación y el análisis sobre la escena mediática, la gestión pública y el compromiso político diario ha venido sumando aportes a la construcción de herramientas organizativas y conceptuales para fortalecer el camino.

Una buena caracterización es necesaria para saber qué somos y adonde vamos. Somos una corriente de compañeros provenientes del campo de la comunicación y de diversos compromisos sociales y políticos a favor de un proyecto nacional, democrático con inclusión social y participación federal.

Pensamos a la política como una herramienta de gestión y transformación, pero no la reducimos a su expresión electoral, porque este es solamente un campo -y muchas veces no el principal- de la disputa por el modelo.

ESPACIO DE ARTICULACIÓN TRANSVERSAL

Proponemos un espacio de articulación transversal de las políticas de comunicación del campo nacional y popular para construir herramientas que promuevan un nuevo relato cultural y político para el proyecto transformador.

No somos una interna que disputa espacios coyunturales sino un colectivo para sumar opciones en las cuestiones de fondo.

PROBLEMAS Y REIVINDICACIONES A RESOLVER

Queremos desarrollar políticas, ideas e insumos técnicos para los espacios partidarios, sociales o gremiales que comparten el camino, queremos hacer gestión para que avancen las propuestas, producir conocimientos para darle eficacia a los cambios, promover medios del campo popular y de los empresarios nacionales a partir de una política pública que además tenga en cuenta la sustentabilidad económica y de gestión de los proyectos.

Queremos aportar al desarrollo y construcción de una política pública de comunicación que articule los espacios del ámbito público y de los sectores populares, recuperando el rol integrador y promotor del Estado.

Queremos transmitir a los compañeros más jóvenes el legado de una historia política hecha en la militancia social y popular, en la resistencia y en la coherencia. Queremos aportar los conocimientos y la experiencia para la capacitación y la formación de nuevos luchadores que disputen el futuro haciendo comunicación desde la política y política desde la comunicación.

NUEVAS HERRAMIENTAS

Una tarea nueva requiere de formas y prácticas nuevas. Primero formas que respondan a objetivos y objetivos que sinteticen las tareas principales. Es central entonces señalar que la comunicación no es un asunto técnico o de eficacia operativa sino una construcción social y política.

La comunicación es el campo central de las grandes batallas, pero no entendida como solo difusión, sino como forma de construcción de identidades en la disputa del poder.

Una razón de la organización es además el sentido de pertenencia a un espacio que contenga ese debate. También la necesidad de otorgarle visibilidad en los ámbitos de construcción de decisiones políticas, sociales o sindicales. La organización debe incluir entonces metodologías de participación y de conducción que reflejen tanto la diversidad como los niveles de síntesis necesarios.

SECTORES Y REIVINDICACIONES

No sólo debe contener compañeros y tareas, debe además incluir sectores y reivindicaciones. Debe recuperar las mejores prácticas de organización y desarrollo de los actores sociales, de los comunicadores nacionales o de los medios populares que aportaron nuevas voces a la democracia. Ámbito político pero también reivindicativo entonces. Que además haga visibles a los medios locales –gráficos, radiales, etc.-, la televisión barrial o comunitaria, la lucha de los empresarios PYMES por el papel o la publicidad, de las radios populares por su licencia y reconocimiento, de los medios públicos comunales o provinciales para ser reconocidos como actores de la comunicación, de las cooperativas del sector, entre otros.

Organización que también pueda dar cuenta de los nuevos debates en el campo de las teorías de la comunicación y del desarrollo y empleo de las nuevas tecnologías como elementos de impacto en el campo social, económico y político. Organización que pueda debatir y opinar. En síntesis, que referencie, que contenga, que exprese e intervenga en la disputa del sentido global.

UN ESPACIO PLURAL Y FEDERAL

Una herramienta posible sería una Asociación Civil de carácter nacional –con personerías provinciales que podrían gestionar los compañeros en sus territorios- capaz de procesar un amplio debate, producir ideas y documentos, pero también de albergar la problemática de los medios del campo nacional y popular para luchar por sus reivindicaciones. El protagonismo de las provincias debe garantizar el contenido federal de le nueva organización.

Esa Asociación debería tener tantas comisiones como tareas. Una estructura que tenga la capacidad de sintetizar los modelos de organización que surgen de las últimas experiencias: la pirámide y la red. La red puede constituirse a partir de las sedes locales que pueda generar la Asociación y también de la réplica de sus comisiones en todo el país. La pirámide deberá invertirse para expresar a todos en la base y convertirse en uno para la realización de cada tarea.


3.- Tareas inmediatas.

A partir de la organización deberá asumirse un conjunto de acciones que permitan ordenar la agenda temática, establecer mecanismos de convocatoria y participación y producir la difusión de las principales conclusiones.

• Difundir las conclusiones del Plenario.

• Producir, en el corto plazo, una publicación electrónica que ponga en circulación una agenda de temas y tareas.

• Implementar o acompañar acciones de promoción del debate de la nueva ley de servicios audiovisuales en el Congreso Nacional.

• Realizar encuentros y actividades en las provincias.

• Iniciar el trabajo de edición de una publicación que integre artículos de los compañeros para contar con un material de debate y difusión.

PROPUESTA DE COMISIONES

• Trabajadores de la comunicación
• Pymes y medios locales
• Medios comunitarios
• Cooperativas y medios de la economía social
• Políticas públicas de comunicación
• Investigación y capacitación
• Comunicación (incluye intercambio de contenidos)
• Planificación estratégica de contenidos
• Juventud, política y comunicación.

COMISION POLÍTICA

Encargada de articular el desarrollo global y coordinar una agenda programática.
Realiza el mapa de recursos humanos y comunicacionales del espacio.
Convoca a tareas a los compañeros que quieran participar de:

-Relaciones Institucionales
-Administración y Recursos
-Organización y federalismo.


Buenos Aires, 27 de Julio de 2009.-

3.8.09

Se vienen

El toro Cleto ingresa a la Rural el año pasado.
por Eduardo Aliverti


La única diferencia con otrora es que no cuentan con el partido militar, que siempre les resolvió sus negocios a costa de golpes y terrorismo de Estado. Por el momento, tampoco cuentan con algún fantoche capaz de asegurarles conducción política firme. Pero están en eso. Los impulsan las virtudes populistas del kirchnerismo. Y los ayudan los errores y horrores del comando presidencial.

Para empezar por lo segundo: una cosa es que haya fallas de interpretación política, que las puede tener cualquiera, y otra, que en lugar de simples o hasta severas deficiencias de ese tipo ocurra, directamente, una enajenación de la realidad. Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando Cristina habla de un país donde el kilo de pan no llega a los 4 pesos. O cuando cita al salario mínimo como el más alto de la historia a valores comparativos, con un contexto de 40 por ciento de trabajadores en negro a los que el discurso oficialista no registra nunca. O cuando su esposo se pretende víctima de la “vieja política”, en alusión al aparato del peronismo bonaerense que él eligió como aliado, sin ejercitar una mínima autocrítica. Cabe preguntarse si no hay nadie en el entorno kirchnerista que prevenga sobre estos papelones insondables; o si esa gente existe, pero lo único válido es el humor con que la pareja se despierta en Olivos. La tentación es adjudicar estos derrapes a problemas comunicacionales, que vaya si los hay, y muy ostensibles. Pero si se afina la lectura, habrá de concluirse en la obviedad de que la comunicación es efecto antes que causa. Los Kirchner, hoy, comunican no lo mejor sino lo peor de lo que son. Aquello que sirvió en la primera etapa de su gestión, para marcar la cancha desde una autoridad ejecutiva muy fuerte y necesarísima, siendo que partieron de poco más del 20 por ciento de votos en una Argentina desolada y desconfiada, se convirtió en el anverso. No, desde ya, porque se trate de presentar una imagen diluida. Todo lo contrario: la debilidad con que emergieron del 28 de junio impone actuar con un perfil audaz de relanzamiento del mando. Y menos que menos es cuestión de ceder a las extorsiones corporativas, porque eso sería sencillamente su fin ya mismo. No pasa por echar a Moreno, ni por ese Consejo de la Magistratura que no le importa a nadie, ni por caer vencidos ante presiones gauchócratas que redundarían en un desfinanciamiento gravísimo de las arcas públicas. Nada de lo que hagan en ese sentido alcanzará. Nada. Acaban de sufrir los primeros botones de muestra. Presentaron el proyecto para limitar los superpoderes del Ejecutivo, que fue casi la nave insignia de la perorata opositora, y ahora les dicen que el problema no es ése sino los decretos de necesidad y urgencia. Aumentaron el subsidio para los tamberos y les avisan que no es suficiente. Porque no quieren leche, quieren soja. Quieren todo el país tapizado de soja y los tambos son un obstáculo. De manera que no, no pasa por ahí. Pasa porque en lugar de fugar hacia adelante lo hacen para atrás. Se encierran en sí mismos. No convocan a los aliados naturales y potenciales, más que para diluirlos junto con la derecha en un escenario de “diálogo” protocolar que sólo se impuso para ganar tiempo. No concretan ni muchas ni algunas de las iniciativas reactivadoras que anunciaron, como el despegue de créditos para la vivienda o el fomento a las pymes. Sólo se sostienen, en términos de política salarial y paz social consecuente, con la efectivización (dato nada menor, claro) de las paritarias. Hay la sensación de que quieren mucho más subsistir que revivir, bien que no a como sea sino conservando rasgos de verba y accionar progresistas que, sin embargo, corren riesgo de dilución.

Buen momento para que sobrevengan unas preguntas retóricas. ¿Es por algo de todo esto y de sus adyacencias que se putea a los Kirchner? ¿Son la arrogancia de Cristina y las desmesuras estilísticas de su marido lo que irrita a campestres, medios, obispos y tilingos de la City, de barrio o de apellido compuesto? ¿Es Morenolandia lo que desata la furia de formadores de precios que los forman como más les place en la inflación real? ¿Así que ahora la derecha se preocupa por la independencia de los jueces? ¿Se estrechan los contactos entre Cobos y De Narváez porque los inquieta la salud republicana? El geométrico crecimiento de la fortuna del matrimonio, el avión y el barco usados por el ex secretario de Transporte, las andanzas con los empresarios amigos de juego y constructoras, ¿son lo que enardece a los opositores de negocios con el Estado, de prensa a su servicio, de traición a la fuerza que los incluyó en una fórmula presidencial? Qué extraordinario. Es tan notable, que hasta algunos de los propios partisanos agromediáticos tuvieron que ponerle paño tibio a lo sucedido la semana pasada en la “asamblea” de productores de la Rural, a pura ropa típica de tonos cuidadosamente opacos mientras sus mujeres recorrían el predio con sus botas tejanas de carpincho y sus sacones de zorro colorado canadiense. Igual que la puta montonera que nos gobierna con su glaciar y sus collares, dirán el cogotudaje y su coro de comadres y compadres de batón mental, pierden de vista que llorar la Biblia con el calefón no se trasunta de la misma manera. Gritaron, allí, en la Rural, en la sede del golpismo, que el campo no da más, que no hay que transar nada, que Martínez de Hoz se merece un monumento y que el agro tiene que conducir la “transición” hasta 2011. Fue tan un show de la patota sojera que, después, el tránsfuga de Buzzi y algún otro intentaron bajar un cambio, porque se percataron la imposibilidad de no coincidir con la descripción de lo ocurrido como el comunicado número uno de la Junta Militar.

Un Gobierno de palabras más encendidas que eficaces, pero con ciertos apliques ejecutivos de centroizquierda, ha desatado esta furia. Sólo con eso. Es el conjunto lo que no aguantan. Dentro de él hay ingredientes a los que ya están resignados, aunque nunca del todo. Las retenciones, el acomodo del dólar a valor de sus fauces, el retiro del Estado hacia un rincón de bobo contemplativo como no sea para proteger su seguridad a tiro limpio, son las aristas principales de una rabia de clase que tampoco digiere a los milicos en cana; los enfrentamientos con la Iglesia; el ¿todavía? intento de regular a los tiburones mediáticos; una política exterior alejada de la órbita del Imperio. Y jamás perdonarán la reestatización del sistema jubilatorio. Jamás.

Más vale que los K empiecen a articular un arco de alianzas amplio. Debería incluir con inteligencia a porciones del radicalismo que, por lo bajo y (más por lo bajo aún), conscientes de su histórica incapacidad para gobernar, andan asustados con lo que se viene si esta derecha, hoy sin más timón que la facción agraria y las corporaciones de prensa, encuentra un horizonte de liderazgo.

(Publicado en "Página 12", el 3 de agosto de 2009)

22.6.09

Política e ingenuidad

Respuesta a la intervención de Fernando Pino Solanas en una discusión sobre propuestas de los candidatos a diputados nacionales para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

por Ricardo Forster

Mientras el miércoles por la noche miraba el debate de los candidatos a diputados por la Capital Federal no podía dejar de preguntarme, por un lado, si existe la ingenuidad en política y, por otro lado, si todavía persiste entre nosotros la profunda desideologización de los años 90, época, como todos recordarán, en que se anunció a los cuatro vientos una doble muerte: la de la historia y la de las ideologías, con lo que se habían vuelto vetustas y anacrónicas las referencias a derechas e izquierdas. En el tiempo dominado por la lógica del mercado y la estetización posmoderna de todo, ningún anclaje significativo podía ofrecer nada relevante, ninguna memoria política podía perturbar el juego de equivalencias que borraban historias, posicionamientos, conflictos, herencias político-culturales, resistencias, derrotas, hegemonismos, explotaciones, clases sociales, violencias (y la lista es demasiado extensa como para continuarla). Una nueva forma de lenguaje pasteurizado, construido con los retazos del marketing, la publicidad y la reingeniería impresarial se ocupó de darle rienda suelta a la neutralización de la política, a su sometimiento a las gramáticas audiovisuales y a los designios de la industria del espectáculo.
Clausurado, por inactual, el tiempo de las derechas y las izquierdas, lo que reinó durante aquella década y hasta el 2003 fue una suerte de naturalización de las construcciones neoliberales. Naturalización del mercado como referente primero y último de todas las relaciones sociales; naturalización de una estructura de valores que proyectó a escena al ciudadano-consumidor, ese mismo que concibió la vida social y democrática como si fuera un paseo de compras por un shopping center que, eso sí, tenía que venir con satisfacción garantizada; naturalización de una forma extrema de individualismo asentada sobre la fragmentación social y la profundización de la brecha entre ricos y pobres; naturalización, también, de la pobreza que se equiparaba a la lluvia, a un fenómeno de la naturaleza y que sólo podía ser tratado desde la perspectiva de la filantropía; naturalización del periodismo y de las corporaciones mediáticas como reaseguro de la misma democracia silenciando los intereses defendidos por esas mismas corporaciones; naturalización de la reducción de la política y de los políticos a las demandas de las nuevas estéticas televisivas. Todas estas naturalizaciones venían a esconder un sistema de dominación que a lo largo de varias décadas llevó, hasta alcanzar dimensiones escandalosas, a la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y a vaciar la relación entre democracia, política y litigio por la igualdad.
Mientras que en el debate televisivo Carlos Heller fue el único que intentó, con diversa suerte, regresar sobre los núcleos ideológicos que se estaban poniendo en juego, los otros tres candidatos se dedicaron mancomunadamente a descargar casi todas sus baterías sobre el kirchnerismo. No sorprende que esa haya sido la estrategia de Michetti y de Prat Gay, ambos son deudores directos e indisimulados de una derecha que no se nombra como tal escondiéndose en la retórica del fin de las ideologías; sorprende que alguien como Pino Solanas que dice expresar una posición nacional y popular se haya dedicado todo el programa a bombardear a un gobierno que tiene como principal contrincante precisamente a la derecha neoliberal entramada en la alquimia de corporaciones económico-mediáticas y de partidos que simplemente se han transformado en correas de transmisión de esos intereses concentrados.
Pino Solanas eligió la estrategia de horadar la candidatura de Heller desconociendo lo realizado en estos últimos años jugando, sin disimulos, el juego de la derecha que lo trata como a una niña bonita que viene a legitimar lo que en la boca del macrismo o del gorilismo neorradical sería imposible de lograr. Pino colocó su prestigio, aquel que viene de una película como “La hora de los hornos”, para acabar favoreciendo a la única alternativa real de poder, la derecha restauracionista y privatizadora, que puede venir a sustituir al kirchnerismo en esta etapa histórica. No hubo, en prácticamente todas sus intervenciones, una denuncia de esa alianza neoliberal que viene, desde el año pasado, avanzando como una amenaza poderosa sobre los aciertos, y no sobre los errores, primero del gobierno de Néstor Kirchner y ahora de Cristina Fernández; no hubo junto a un denuncismo antigubernamental efectista algo equivalente dirigido contra aquellos que no sólo vienen por todo en la Argentina sino que buscarán también desestabilizar al resto de los proyectos populares que vienen desplegándose en Sudamérica y de los cuales este gobierno ha sido una parte fundamental. Poco o nada parece importarle a Pino Solanas el destino de Bolivia, de Ecuador, de Paraguay; poco o nada le preocupa el regreso de la derecha al poder porque él y los suyos se imaginan como los herederos de la caída del kirchnerismo.
Así como el diputado Lozano votó junto con toda la derecha contra la resolución 125 e hizo lobby para que los senadores de Tierra del Fuego hicieran lo propio, el miércoles pasado, en el debate televisivo, Solanas se dedicó a criticar con saña y sin ninguna mediación posible a un gobierno que, más allá de deficiencias y errores, ha hecho girar el tiempo argentino hacia una perspectiva reparadora de lo popular. Nuevamente termina por elegir quedarse junto a aquellos que desguazaron al Estado, que brutalizaron la política, que naturalizaron la pobreza y la desigualdad social y lo hace recurriendo a un arsenal supuestamente progresista y popular, algo semejante a lo que su aliado de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, viene haciendo desde el 11 de marzo de 2008 habilitando a la Sociedad rural a través de los recursos simbólicos de una federación que se pasó con armas y bagaje al campo de sus antiguos enemigos.
Quisiera imaginar, amigo lector, que es posible que exista la ingenuidad en política, que lo de Solanas fue simplemente una estrategia, muy mezquina, para restarle algún voto a Heller y ganarlo para su lista en esa apuesta por convertirse en el nuevo referente de una alternativa popular; quisiera creer en esa ingenuidad o en esa pequeñez pero algo de lo impropio, algo que no nació en el debate televisivo de los candidatos sino que se viene expresando desde hace más de un año, me hace dudar, ahora, de mi propia ingenuidad a la hora de preguntarme por qué ese silencio de piedra para criticar a la derecha restauracionista mientras se descargan todas las granadas sobre un gobierno acosado por esas mismas corporaciones de las que nada dicen realmente Pino Solanas y Claudio Lozano o que, en el momento de la verdad, terminan por defender como lo hicieron durante el debate por la 125. Nada más difícil que disputar efectivamente la renta y no, como otros, que sólo lo han hecho de forma retórica; nada más claro que ver cómo actúan las corporaciones y a quién quieren desbancar para entender si estamos ante una ficción, como dicen Pino Solanas y los suyos, o ante una compleja lucha política, económica y cultural. ¿Ha sido acaso una ficción la disputa por la renta agraria extraordinaria o la que se abrió con la renta financiera a partir de la reestatización del sistema jubilatorio o la que se avecina en la disputa por la renta simbólica a través de la nueva ley de medios audiovisuales? La derecha, estimado Pino Solanas, sabe cuando algunas cosas van en serio o cuando otras son mera cháchara testimonial.
Muy diferente ha sido y es la actitud tomada por Martín Sabbatella que, aunque no coincidamos en su decisión de presentar en estas elecciones una candidatura propia y diferenciada, lo ha hecho sin desconocer los méritos de lo realizado por el gobierno y sin apelar a la lógica de la impostura y de la denuncia espectacular ni, mucho menos, dejando de criticar centralmente a la derecha. Lo ha hecho y lo hace con honestidad y sin plegar sus banderas y sus ideas. Lo de Pino Solanas ha sido de otro orden, ha tenido una virulencia verbal que sólo se podría conjugar y corresponder si su oponente fuera esa derecha restauracionista que espera paciente su turno para volver a ser la dueña de los destinos del país. Pero no, él y su partido han elegido como enemigo al gobierno sin importarle nada o casi nada la recuperación del sistema jubilatorio, la reestatización de Aerolíneas Argentinas, el saneamiento de la Corte Suprema, la política de derechos humanos, la defensa del trabajo y del salario en un contexto mundial de crisis y de políticas atentatorias contra los intereses de los trabajadores en la mayor parte de los países centrales, la construcción de un espacio latinoamericano atravesado por lo democrático, lo popular y lo emancipatorio que, entre otras cosas, contribuyó a frenar a la derecha fascista y separatista de la Media Luna boliviana, que le otorgó a 1800000 ciudadanos sin ninguna cobertura el derecho a jubilarse, que viene mejorando ostensiblemente la inversión en educación e investigación… han preferido el si… pero como forma de desconocer el giro histórico que se dio en nuestro país desde el 25 de mayo de 2003; han preferido el discurso de la impostura y de la ficción como si nada hubiera sucedido realmente y todo fuera apenas un engaño que no hace otra cosa que encerrar la continuidad del menemismo.
Mucho queda por hacer y por profundizar; muchos son los flancos débiles y las deudas con los que menos tienen; mucho queda por resolver en relación a los recursos naturales, a la protección de los glaciares, a la verdadera reconstrucción de un Estado desvastado, a la imperiosa necesidad de llevar al congreso una nueva ley de medios audiovisuales y a profundizar la redistribución de la riqueza; también mucho y decisivo queda por hacer a la hora de construir nuevas formas políticas de participación popular. Seguramente el 29 de junio estaremos discutiendo todo esto y más, sabiendo que un mismo espíritu emancipatorio debería reunirnos a todos aquellos que seguimos imaginando un país más justo, igualitario y libre y sabiendo, también, dónde está el peligro allí donde la amenaza de una restauración conservadora insiste sobre nuestro tiempo argentino.

3.4.09

Alfonsín, empleado del mes

Por José Natanson (publicado en Página 12 el 3 de abril de 2009)

Como el Empleado del Mes de McDonald’s, el Personaje de los Medios sonríe desde su foto congelada. A menudo es una personalidad internacional (Gandhi, el más mencionado por las reinas de la belleza), puede ser un artista (digamos Mercedes Sosa) y a veces hasta un escritor politizado (típicamente Ernesto Sabato). Entre todos sus records, Raúl Alfonsín se lleva también el de ser el primer político argentino de primer nivel convertido, por magia catódica, en un Personaje de los Medios.

El Personaje de los Medios es esférico: ni una sola arista amenazante, ni un solo ángulo escondedor ni un doblez oculta segundas intenciones. Y si el Personaje de los Medios no es infalible como el Papa, sus desvíos se atribuyen a equivocaciones siempre bienintencionadas. Vive en un mundo desprovisto de conflictos, donde las buenas soluciones se encuentran en base al diálogo y el consenso, un mundo sin poder ni intereses.

Alfonsín, el Personaje de los Medios, hizo cosas extraordinarias sin pelearse nunca con nadie. Fue silbado en la Sociedad Rural porque previamente había consensuado su política agropecuaria; sufrió 13 paros generales porque había logrado concertar con el peronismo su modelo económico; le dijo “llorón” a Saúl Ubaldini porque lo quería, y tuvo que soportar una corrida financiera porque los banqueros creían en la democracia. La Iglesia aceptó de buen grado la Ley de Divorcio, el peronismo no le tumbó la Ley Mucci por un voto y hubo tres levantamientos carapintadas porque no destrató a los militares (en esta particular versión de Alfonsín, se ha llegado a decir que juzgó a los militares pero dialogando siempre con ellos).

Y para que esta breve columna no se convierta en un panegírico, digamos también que Alfonsín no impulsó las leyes de obediencia debida y punto final para salvar a su gobierno sino para salvar a la democracia, no cedió en sus convicciones cuando invitó a un representante de la vieja corporación sindical a formar parte de su gabinete y no habilitó la reelección de Menem para reposicionarse internamente ni para sellar el bipartidismo mediante módicas concesiones (el tercer senador por la minoría), sino para evitar una Constitución aún peor que la que finalmente se sancionó. Alfonsín era tan querido que no tuvo que resignarse a que Fernando de la Rúa (al que, por supuesto, siempre admiró) fuera el candidato presidencial de la Alianza, y el amor popular era tal que no perdió con Eduardo Duhalde la elección de senadores del 2001.

La apropiación de las figuras históricas es una operación política clásica y hasta legítima para dotar de cierta densidad a las ideas del presente. Desde un Néstor Kirchner que quiere conectar con la memoria del primer peronismo a un Hugo Chávez que resignifica a Bolívar en clave izquierdista (ha llegado a decir que El Libertador no fue comunista porque no le dieron los tiempos). No hay que escandalizarse ante los intentos de apropiación de la figura de Alfonsín que recorren los sets de televisión, pero asombra la liviandad con la que incluso sus protagonistas recuerdan momentos que fueron muy duros y conflictivos. Cada uno tiene el Alfonsín que quiere y sólo el tiempo dirá qué Alfonsín se merece.

2.4.09

Alfonsín: la consagración a la política


Raúl Alfonsín, el militante tenaz, el político apasionado, el primer presidente tras la dictadura. El recuerdo de un hombre respetado y discutido que dejó su marca en la etapa democrática que se iniciaba en el ’83. (Nota publicada en Página 12 el 1 de abril de 2009)

Por Mario Wainfeld


Fue jefe de una tenaz minoría progresista dentro del radicalismo durante añares. Tuvo digna conducta contra la dictadura y rayó alta su presencia en la APDH. Fue congruente con ese pasado cuando llegó a la Casa Rosada. Ganó la mayoría en la UCR y la presidencia en campañas inolvidables, bañado en multitudes. Recuperó el verbo político, se colocó a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, poniendo en el banquillo a las cúpulas militares. Se hizo centro de la política durante un buen trienio, sus adversarios debieron replicarlo para hacerse competitivos. Dos récords se lleva: le cupo ser el primero que batió al peronismo en elecciones presidenciales libres y más tarde el primer mandatario democrático que entregó la banda a un dirigente de otro partido. Acaso como nadie llenó la Plaza dos veces con muchedumbres multipartidarias, en ambas ocasiones las defraudó. Exaltó la democracia con palabras inolvidables, también consagró las “Felices Pascuas”. Cedió ante los carapintadas, firmó las leyes de la impunidad. Coqueteó con la hegemonía, concertó el Pacto de Olivos y la Alianza. Prometió un sistema durable y eficiente, terminó envuelto en la hiperinflación y la anomia. Amaneció peleando contra las corporaciones, más adelante transó con ellas, sin mayor fortuna. La gestión del Estado no fue su fuerte, un síndrome radical: para peor le cayeron tiempos difíciles. Llevó a su partido, la novia de sus ojos, más alto que nunca y acompañó la mayor caída de su historia.

La mera enumeración previa, que se tratará de ampliar y hacer más cartesiana en las líneas que siguen, habla de un personaje de primer rango, en las maduras y en las verdes. No sería serio, ni justo ni interesante pretender describirlo en cuatro palabras o en un título.

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De la primavera al Plan Austral: La campaña del ’83 y su desembarco en el gobierno resultaron sus horas más gloriosas. Sintonizó las ansias de una sociedad herida, encerrada y privada de libertades básicas. Orador formidable y fogoso, enunció las menciones necesarias: la exaltación de la vida, la promesa “con la democracia se come, se educa, se cura”, el reproche a todo tipo de autoritarismo. La ilusión se palpaba en las calles: afiliaciones masivas, concentraciones de decenas o cientos de miles de argentinos esperanzados. Construyó su triunfo interpelando a una mayoría social amplia, ganó hasta en la provincia de Buenos Aires, fue plebiscitado.

Conservó el impulso triunfal hasta fines del ’85, redondeando. Se quiso comer la cancha, plasmar y conducir un tercer movimiento histórico, superador del justicialismo y del radicalismo. “Por cien años más”, coreaban sus partidarios. La reforma constitucional, el traslado de la Capital a Viedma eran parte de esos sueños fundacionales que se fueron diluyendo cuando encontraron resistencia, fuera y dentro de su coalición inicial.

En el primer tramo, dispuso la investigación de la Conadep y el Juicio a las Juntas. Su propósito inicial –que los tribunales militares juzgaran a los represores– fue desbaratado por la solidaridad entre los uniformados. Todavía duraba la buena estrella: ese error de diagnóstico ayudó a que la Cámara Federal tramitara esa causa ejemplar, un hito imborrable.

En su arrebato inicial quiso reformar el régimen sindical, mediante la llamada ley Mucci. Le fue un búmeran, perdió apenas la votación en el Senado y consiguió la reconstitución del peronismo cerrado en defensa de la CGT. Una digresión breve: es tentador buscar un paralelo con lo sucedido décadas después con las retenciones móviles.

A medida que rodaba la gestión de gobierno se fue percibiendo la insuficiencia (si no la pobreza) de su diagnóstico sobre la coyuntura y sus eventuales soluciones. No bastaba el ímpetu democrático para relanzar la economía y abrir las ventanas de las fábricas. El peso de la deuda externa, el ancla del déficit, los cambios estructurales fueron subestimados en campaña y en los pininos de su mandato. Tampoco había noción del fin de un ciclo económico, que (simplificando mucho) corrió entre 1945 y el Rodrigazo de 1975. La pesadilla de la dictadura acaso camufló el final de un modelo que no se podía regenerar, en promedio estimado por radicales, peronistas y desarrollistas. Esa perspectiva angostada no era exclusiva de Alfonsín, de lejos el primus inter pares: era una carencia común de la clase política, frizada largo tiempo, lanzada al ruedo de sopetón por la catástrofe de Malvinas.

Su primer elenco de gobierno fue tropezando con un universo que no entendía del todo. Alfonsín, igualmente, mantenía el centro del ring. Confrontaba con las corporaciones, discutía de cuerpo presente con los que lo rebatían: se encaramó a un púlpito para regañar a un cura, lo refutó a Ronald Reagan en el corazón del imperio. Con el índice en ristre, ceñudo e implacable, reivindicaba ser la izquierda posible. Había que ver lo que decía el establishment sobre él, en aquel olvidado entonces.

La economía se le pialaba, la inflación galopaba. El peronismo renovador se hacía cargo de su innovación republicana, era su victoria pero le restaba originalidad. Saúl Ubaldini empezaba a ocupar las calles. Hubo un cambio de elenco, los compañeros de siempre relevados por técnicos más jóvenes y sintonizados con la época. La narrativa fundacional y ambiciosa, la utopía progresista, fue derivando a un relato “modernizador”. La gobernabilidad, entendida como la limitación de las demandas sociales, ganó terreno. Comenzó a definirse a los reclamos como eventuales desestabilizadores: la democracia se podía poner en riesgo si abundaban los reclamos acerca de cómo se comía, educaba o curaba. Cual un disyuntor que podía saltar si se agregaba mucho voltaje.

Dos años antes de la cita más evocada, en abril de 1985, Alfonsín llamó a una movilización para alertar contra un posible golpe. Fue esa una de las Plazas más colmadas y multicolores de la que se tiene memoria. Un arco político asombroso por lo vasto lo bancó. Nada comentó él del golpe, anunció (y pidió anuencia para) la “economía de guerra”, la defraudación fue grande pero todavía no rompió el hechizo. No fue un golpe de knock out, pero sí una premonición.

El consabido plan de estabilización, el Austral, contó con apoyo sensible de la población y obró los clásicos efectos inmediatos de esos programas. Se frenó en seco la inflación, lo que pareció dar sentido a la nueva moneda. La UCR revalidó en las elecciones parlamentarias de ese año, un canto de cisne inadvertido.

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En caída: Su prospecto de democracia fincaba en la civilidad y los partidos, las corporaciones eran su bestia negra. Contra la Iglesia Católica, mantuvo la lid bastante tiempo: le torcieron el brazo en el Congreso Pedagógico, por mayor organización y militancia. Pero primó sobre el oscurantismo católico cuando promovió y logró la sanción de la Ley de Divorcio, un paso enorme en la secularización y modernización de la sociedad civil.

En su fatal ’87, viró su relación con las corporaciones económicas: no había podido vencerlas, las sumó a su gobierno. Los “capitanes de la industria” lograron puestos dominantes, la cúpula rancia de la CGT se quedó con el Ministerio de Trabajo. Fue un retroceso a pura pérdida: melló su capital simbólico sin compensación pragmática alguna.

En ese devenir, llegó Semana Santa. Otra vez congregó una asistencia masiva, fiel, con decenas de miles de espontáneos, de todo pelaje. Tenía a toda la sociedad y al peronismo remozado a su vera, cedió ante las demandas de los militares amotinados. Una doble duda será perenne. La más obvia, es si estaba forzado a rendirse: su entorno y él mismo siempre porfiaron que sí, que evitaron un mal mayor, que salvaron al sistema democrático. No fue ésa la lectura preponderante, ni la de este diario. Otro interrogante, quizá más táctico pero enorme, es por qué eligió, amén de retroceder, engañar a la multitud que lo vitoreaba y le ponía el cuerpo. Cuatro años atrás estaba un paso por delante del conjunto de la sociedad, el punto óptimo para un líder popular. En las Felices Pascuas, decepcionó.

Jamás se le perdonó el “doble discurso”. La sociedad era, todavía, exigente, menos vencida que en el futuro inminente. Carlos Menem podría, más adelante, confesar que había roto el contrato electoral y ser reelegido.

El discurrir de la economía no lo ayudaba, el peronismo renovador le dio una paliza en las elecciones de 1987. Los años siguientes fueron tremendos, en caída libre. El gobierno se fue amoldando, sin logros palpables, a los dictados de los organismos internacionales de crédito. El contexto internacional no ayudaba, los precios de las materias primas rozaban el piso.

El gobierno perdió identidad, acechado por la malaria, la inflación y la pérdida general de rumbo. Eduardo Angeloz, un competidor interno que no le gustaba ni medio, fue el candidato. Se adelantaron los comicios para ver si se mejoraba el score, Carlos Menem ganó por goleada. Entre la anomia, los saqueos y la hiperinflación fue forzoso adelantar la entrega del mando y dejarle las manos libres para dictar las arrasadoras leyes de Reforma del Estado y de Emergencia económica. No es cuestión de quitarle responsabilidad a ese presidente y a la sociedad que lo acompañó pero el declive del alfonsinismo les hizo el campo orégano.

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Un lugar en el mundo: La política exterior sigue siendo uno de sus buenos legados, en la línea de la autonomía defendida por los gobiernos nacional-populares. Argentina fue eje de una firme presencia regional en la normalización democrática de Nicaragua. Alfonsín cortó de un tajo las veleidades belicistas de militares y dirigentes argentinos dirimiendo los conflictos territoriales con Chile. Sometió a consulta popular no vinculante el tratado por el canal de Beagle, goleó a los falaces nacionalistas o dinosaurios que le hicieron frente.

Puso el cimiento del Mercosur, un proyecto inacabado y formidable, típico del último cuarto de siglo, un giro a favor de la unidad de la región.

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Compañeros y correligionarios: Creyó llevarse puesto al peronismo, cuya capacidad de reconversión y adaptación le fue torciendo la mano. Desistió de su afán hegemonista e innovador y se acomodó al rol de consocio del bipartidismo. Una de las tareas comunes era ocluir el surgimiento de terceras fuerzas, aun al precio de consentir lados oscuros del enemigovio. La provincia de Buenos Aires fue el territorio dilecto de esa transacción compleja, complaciente, llena de canjes lícitos o no tanto, justificada en nombre de la gobernabilidad y de defender la organización partidaria.

Eduardo Duhalde fue el dirigente con el que tuvo más afinidades, en esa provincia y en su difuso pensamiento económico (llamémoslo) desarrollista-productivista. Lo apoyó en su gobierno provisional, al que sumó dos ministros radicales, bien plegados a la corporación militar y a la judicial que regentearon.

Con Carlos Menem cerró el círculo de socio menor del bipartidismo, al suscribir el llamado Pacto de Olivos. Otra vez eligió conceder en un trance complejo. Ese acuerdo es, a ojos del cronista, injustamente criticado por su origen secreto. Las negociaciones políticas suelen iniciarse así, nada hay de escandaloso en ello. En este caso, el producido se sometió al voto popular y la Constituyente. Fue legal y legítimo, el cuestionamiento válido es a su fondo: habilitó la concentración del poder menemista, a cambio de quedar como la oposición de su majestad.

Néstor Kirchner le llamó la atención de entrada, pero siempre le incomodó que no le prodigara deferencia. Si bien se mira, hay mucho más del primer Alfonsín en el primer Kirchner de lo que se suele aceptar en trincheras distintas, hubiera venido bien un reconocimiento del otro. Un punto alto de la injusticia fue cuando el ex presidente omitió mencionarlo en marzo de 2004, en el acto de la recuperación de la ESMA. Su punto de vista está contado con más detalle por el propio Alfonsín, en el reportaje que se publica en esta misma edición.

Luego, acompañó la candidatura de Roberto Lavagna por la UCR: evitar la consunción radical que vio de cerca en 2003 fue su última obsesión. Un peronista a la cabeza de los boinas blancas, el fin de una tradición. Alfonsín ya había consentido un ensayo general, mucho más gravoso para la Argentina, sobrevolado en el párrafo que viene.

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La Alianza: El Frepaso le sacaba ventaja al herido radicalismo, pero tal vez ninguno se bastaba para remover al menemismo en 1999. Carlos “Chacho” Alvarez quiso acortar camino, lo eligió para sugerirle la formación de una coalición política. Alfonsín se prendó más de la idea que su mayor beneficiario inmediato, Fernando de la Rúa. Atisbó en la Alianza una tabla de salvación y, zorro viejo al fin, acaso intuyó la victoria en la interna abierta. Era otra ofrenda en el altar de su partido: él detestaba a De la Rúa a quien siempre clasificó como un pelmazo de derecha, con sagacidad premonitoria.

Atravesó el mandato de De la Rúa con patente incomodidad. Tenía aliados apreciados en el primer gabinete: Federico Storani, José Luis Machinea, el propio Alvarez. Pero lo desazonaba la tonalidad del gobierno, su política claudicante y recesiva. Su influencia era módica y cada vez que hablaba “los mercados” le ladraban y lo acusaban de aumentar el riesgo país, hacer bajar el Merval y exacerbar la inflación. Ninguna de esas variables precisaba su ayuda, pero el rencor del poder económico le calzaba los puntos. Fue apenas ayer, no se rememora ya.

Ante el escándalo de las coimas senatoriales, calló en ejercicio de la solidaridad corporativa. Con los nuevos gabinetes terminó su poca empatía y optó por ser orgánico antes que sincero, un tributo a la flaqueante gobernabilidad que no es sensato censurar.

Adiós: Le cupo ser protagonista y (por un entrañable rato) líder de una etapa aún inconclusa e insatisfactoria. Un referente de primer nivel, en logros, errores, recuperación de derechos y regresiones. Jamás dejó de ser un militante, un hombre consagrado full time a la pasión política, el mejor (con gran margen) entre sus correligionarios. Y no escapó a las carencias de su partido y de su época. Advenían las primaveras democráticas y transcurría, en materia económico social, “la década perdida”. Esas dos referencias ulteriores acaso circunscriban su responsabilidad en los fracasos y su participación en los éxitos, sin anularlos: el tono de época tiene su peso, que en el momento no se termina de pulsar.

¿Cómo se redondea el juicio sobre una figura central? ¿Por las grandes metas que se propuso? ¿Por sus acciones más gloriosas? ¿Por sus peores errores y defecciones? La discusión política suele elegir alguna de esas opciones, lógicas en el fragor pero incompletas.

Digamos que el apabullante relato de su trayectoria se abre a cien interpretaciones o alineamientos, también proporcionales a su entidad.

El cronista votó contra Alfonsín en el ’83, se desayunó bastante pronto de que su victoria era lo mejor que pudo pasarle a la Argentina y lo escribió hace casi 25 años. Lo apoyó en las urnas en la consulta popular sobre el Beagle y le hizo el aguante en la Plaza cuando “la economía de guerra” y las “Felices Pascuas”, padeció el imaginable desencanto ulterior, que lo marcó para siempre. Escribe esta columna con tristeza, sentimiento subjetivo de pérdida y respeto aunque sin renegar de las discrepancias.

El ex presidente se afilió al radicalismo a los 18 años y militó hasta dar el último suspiro. Fue un militante inclaudicable, amén de un dirigente de primer nivel, un presidente ungido por clamor popular, un batallador en el llano o en la cima. La vocación política signó su existencia. Atravesó con entereza su enfermedad y murió en la casa donde siempre vivió. Por si es menester subrayarlo: todas estas referencias son elogios en la escala de valores del cronista. Los políticos democráticos de raza, aun aquellos con los que se disiente o se embronca, le caen mejor que la nueva cosecha de deportistas (fogueados en deportes individuales), empresarios ricos, hijos de empresarios ricos o gentes de la farándula que surfean en la antipolítica en pos de votos, a veces con buena fortuna.

Voló muy alto, sufrió reveses crueles. En los últimos tiempos, cuando flaqueaba su salud, recibió reconocimientos un poco tardíos pero merecidos de sus adversarios políticos. El canibalismo de la lucha política argentina es proverbial, él se ganó una tregua y algo habrá hecho para lograrla.

El cronista no cree en generalidades tales como “el juicio de la historia”. La historia no es un área de consensos, desangelada: es un terreno de disputa, tanto como la política. Y luchadores-emblema como Raúl Alfonsín, como el Cid, como Perón siguen luchando después de muertos. Su legado, su mensaje serán recuperados por otros, con coherencia o sin ella, para bien o para mal. A diferencia del Cid no será ganador en una sola, última batalla: revistará en combates y aun derrotas ulteriores a su partida, tal el sino de los políticos vocacionales e incansables que la siguen peleando cuando sus cuerpos dijeron “basta”.

mwainfeld@pagina12.com.ar

5.3.09

Los silenciados

Este texto fue publicado en Página/12. Habla sobre los intelectuales nacionales

Por Horacio González *
¿Han sido Scalabrini Ortiz, Jauretche, Discépolo y Manzi intelectuales y artistas silenciados? La afirmación de la Presidenta, en su discurso en la Biblioteca Nacional, fue criticada con esa saña habitual que hace pasar a primer plano una rara ironía, que más que eso es odio. Un odio, diríamos, que finalmente devora la ironía. Sin embargo, el tema permite un debate realmente importante. Si exceptuamos los “proscriptos” del siglo XIX, que tuvieron una voz tanto más poderosa cuando se lanzaron al exilio montevideano o chileno, la cuestión del “silenciamiento” debe datar de la decisión que dice tomar Scalabrini Ortiz a comienzos de los años ’30. Ahí decide, figuradamente, “suicidarse” luego del premio que recibe por El hombre que está solo y espera. Escribe algo en torno de los “intelectuales del régimen”, festejados por la gran prensa, que los adula para evitar que se estudien los verdaderos problemas argentinos. Proclama que evitará para él ese destino. Quería decir que ya no estaría disponible para los diarios señoriales y que, en adelante, investigaría los “dramas invisibles” del país. No esperaba otra cosa, entonces, que un “silenciamiento” impuesto por la prensa tradicional. El tema del silenciamiento todo le debe al ensueño del propio Scalabrini. En contrapartida, bajo una consigna de retiro espiritual, desplegaría la vocación de explorar el “subsuelo de la nación”. Se convertiría en un buscador de las gemas ocultas de verdades que yacían en las penumbras de la historia. Un investigador así debía esperar el ataque de los grandes medios, el aislamiento por parte del aparato de conmemoraciones oficiales y la sistemática denigración de las usinas generadoras de prestigio cultural. De esta constancia, de estos grandes mitos, se nutría su épica personal.

La leyenda eminente que construye Scalabrini se refiere así a un intelectual que se retira proféticamente de una escena falseada y retorna con un manojo de verdades potentes. Poco a poco, éstas debían expandirse en una parábola de redención. Esta gran alegoría fue tomada por los jóvenes militantes de décadas pasadas y aún pervive. La Presidenta la recibe de ese modo, en sus años de militancia estudiantil. Desde luego, Scalabrini nunca pasó inadvertido, fundó numerosas revistas y participó de la vasta publicística del grupo Forja, que partía precisamente del antagonismo entre los intelectuales resistentes, al margen del sistema de aprobaciones autorizado y la “cultura colonizada”, que es efectivamente dominadora. Pero se revelaba “falsa, toda falsa”, como él mismo había escrito. Su caso, sin embargo, es el ejemplo de una biografía triunfal. No se llevó bien con Perón y, de hecho, el comienzo de su nombradía ante un público más vasto lo obtiene menos con sus grandes libros sobre los ferrocarriles y el imperialismo inglés –escritos entre fines de los años ’30 y comienzos de los ’40– que con la publicística forjista, primero, y luego con los grandes artículos de la revista frondicista Qué.

Scalabrini siempre mantuvo la idea de que el intelectual crítico es un “proscripto”. Se da el lujo de rechazar una delegación cultural que deseaba conferirle Perón desde el exilio. Además publicará Perón un libro con su firma, pero su médula eran los artículos scalabrinianos. Rara fusión político-literaria en la historia cultural argentina. La carrera de Scalabrini es la coronación laica de lo que llamaríamos la saga del intelectual sacrificial argentino, que arraiga en la metafísica de la soledad y, a la vez, en la teoría crítica del imperialismo. Tiene estirpe lugoniana. Mantiene una ética de la aflicción y se niega al reconocimiento del Estado. Pero grandes avenidas llevan hoy el nombre tanto de Lugones como de Scalabrini.

Jauretche es jacobino, yrigoyenista, gauchi-político, montonero y post-peronista. Es el Pierre Bourdieu argentino, agudo estudioso de las “distinciones culturales” pero con un idioma de fogón y payada. Se da a conocer públicamente con su poema “Paso de los Libres”, a la sazón prologado por Borges en 1933. Se trata de uno de los más ajetreados y polémicos prólogos de la historia del prologuismo argentino. Publicista de pura cepa, Jauretche sacará de su galera modernista y criollista las consignas de Forja. Disentirá también con Perón y tendrá su hora más gloriosa con los libros que comienza a publicar a fines de la década del ’50, donde relucen los aún hoy mentados tratados sobre las zonceras y el medio pelo argentino. Menos partidario que Scalabrini de las teologías laicas de salvación social, Jauretche nunca se consideró un “silenciado”, aunque tiene un lado echeverriano –con mucha más gauchesca, evidentemente– que se revela en su recóndito deseo de escribir las “palabras simbólicas” del resurgimiento de una “joven Argentina” industrializada. Adversario de La Nación –como David Viñas, que en eso es también un yrigoyenista de izquierda–, Jauretche elaborará una mitología literaria de duelista y juglar plebeyo. Aceptó su destino sin quejas y siempre recordó el fusil que empuñó en Paso de los Libres. Alguien quiso reconciliarlo con Borges en un encuentro en el bar Castelar, de Córdoba y Esmeralda. No pudo ser, eran hijos perseverantes de sus propios fantasmas.

Con Manzi y Discépolo hay menos dilemas. Es claro que ambos nunca cesan en su reinado sobre la misma Buenos Aires “que está sola y espera”. Manzi tiene mucho de Rubén Darío –bastante se ha dicho sobre esto– y el tango “Sur” no deja de ser una escalofriante traducción de la refutación borgeana del tiempo. Discepolín es una suerte de pervertido monje medieval, autor de una inconsolable teología negativa en la forma de grandiosa plegaria maldita. Su personaje “Mordisquito” –de honda actualidad– es una pieza maestra de su encuentro con un peronismo que aún no sospechaba la derrota. Ninguno de los dos se consideraban silenciados y, aunque también cultivaban, sobre todo Manzi, innumerables recelos contra las empresas culturales “cuyo guardaespaldas era el general Mitre”, eran autores de letras que se sostenían en los oscuros destinos amorosos, en una grave desesperación existencial y en la vida errante de la ciudad nostálgica.

De los cuatro nombres mencionados en el discurso de la Presidenta no podría decirse otra cosa de que son hijos notorios y bien reconocidos de su época. Si bien no son acallados, se entiende lo que se quiere decir cuando se recoge el gran simbolismo de que actuaron intentando bucear en los pensamientos del subsuelo. Se trata de ese mundo “invisible” del yacimiento recóndito de las poéticas de transformación social, a las que alude toda utopía. Y a la utopía le gusta siempre sentirse ante el peligro del silencio. Jauretche descubre las pepitas de un venerable refranero épico; Manzi explora los límites difusos entre los suburbios y la ciudad de manera lírica, no sociológica ni histórica; Discépolo desciende al núcleo de ludibrio y ultraje que quizá permitiría luego pensar una vida renovada y Scalabrini pone en relación la idea del submundo invisible que resurge, con una teoría económica crítica de la subordinación nacional. En cambio, obras de época que tuvieron gran vigencia y hoy están olvidadas podrían ser las de Eduardo Mallea y la de Manuel Gálvez, el primero hacia los años ‘40, héroe literario del diario La Nación que explora el sonambulismo interior de personajes desarraigados, y el otro, un escritor popular que recorrerá varios géneros masivos, la novela histórica, la biografía novelada, la novela naturalista evangélica y el ensayo social. El de Gálvez es un testimonialismo que conserva algunos signos de la derecha católica y otros de populismo piadoso, con una pizca de Zola. Scalabrini conseguirá desarrollar caracterologías que están en ambos, en Gálvez y en Mallea, pero lo hace con la mayor gracia literaria que le permitirá su espíritu abierto, no confesional por un lado, modernista por otro. Trasciende porque su materia se asocia a un legendario llamado a plasmar en resarcimiento social las vigilias nacionales. La hipótesis del “silenciamiento” se refería más bien a una redención colectiva de un tiempo apenas intuido, que vendría sin ataduras, antes que a una inquisición que lo hubiera condenado.

Pero un verdadero dilema se establece con Ezequiel Martínez Estrada, con su escritura fuertemente dramatúrgica y su voz admonitoria. Se conoce el peso profético de esta voz. Trabaja el núcleo agonístico de una fantasmagoría nacional que toca en un plano más sofocado todos los temas scalabrinianos y borgeanos. Es su opuesto complementario. Hasta hoy, La cabeza de Goliat, Radiografía de la Pampa o Filosofía del ajedrez son textos magníficos y refinados, que deberán adosarse a la esencia misma de una historia nacional, popular y libertaria. La gran fábula del proscripto pertenece plenamente a Martínez Estrada. Es la metáfora capital de un sujeto reparador, en lo esencial nada diferente al de Scalabrini.

Rememoro rápidamente esta historia, no porque cada obra tenga un refugio seguro en tal o cual corriente de ideas. Cada obra es en sí misma su propio mundo moral. Pero puede elegir participar voluntariamente de un legado mayor. En el debate actual, la maniática ojeriza imperante busca ofuscadamente las cinco patas del gato en las breves menciones presidenciales sobre su panteón personal de obras y lecturas. Pero más allá de las banales injurias, es evidente que lo que hoy se precisa es revelar la trama interna, profundamente vasta y ramificada, que involucra a esos nombres pronunciados.

No habrá conocimiento crítico capaz de disputa en una sociedad democrática si no resurgen medios de comunicación mucho más autorreflexivos y plurales, si no se recrea un lenguaje público que saque de su silencio todas las grandes obras y aventuras culturales del país. Un lenguaje no masacrado por los módicos profetas del encono, que niegan que en la Argentina haya un nudo intelectual a desatar, el de la renovación de su propia cultura crítica, erudita y de masas. Es un tiempo para revelar que los autores citados surgen de un plano más profundo, donde quedan en suspenso las trincheras triviales de nuestra politización primera y donde adquiere otra luz su carga emancipadora. No debe perderse la oportunidad de descender al río subterráneo de las literaturas políticas argentinas, al Aqueronte de nuestras luchas socioculturales, para construir un tejido inédito de las voces presentes y pasadas de la autonomía intelectual de la sociedad argentina.

* Sociólogo, ensayista, director de la Biblioteca Nacional.

Publicado en Página/12 el 5 de marzo de 2009. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/120991-38585-2009-03-05.html

22.2.09

Para Biolcati que lo mira por TV

Orden de batalla

Las cámaras empresarias del agro y el gobierno se preparan para las decisivas elecciones de octubre. El acto político de Leones, la reapertura de pliegos para licencias de televisión por cable y el desplome de las acciones del Grupo Clarín. La fusión de Multicanal y Cablevisión y la ley de servicios audiovisuales. La reticencia de los ricos a pagar impuestos y las clases de democracia de Vicente Massot.

Por Horacio Verbitsky

Luego de romper las negociaciones con el gobierno, la Mesa de Enlace utilizó la concentración del viernes en Leones para mostrar hasta qué punto se ha constituido en un actor político, con la mira puesta en las elecciones de renovación parlamentaria de octubre. Los oradores apenas se refirieron a la problemática del sector, cuestionaron en tono insultante todas las políticas oficiales y saludaron con entusiasmo la presencia de dirigentes de la UCR (Mario Negri), de la Coalición Cívica Libertadora (Adrián Pérez), del socialismo (Rubén Giustiniani), del vecinalismo (Luis Juez) y del “justicialismo no obsecuente”. De hecho las principales figuras de esa nueva tendencia, que no estuvo presente, forman parte del sector: Carlos Reutemann y Juan Carlos Romero son productores de soja, Francisco de Narváez explota el predio malhabido de La Rural en Palermo y Felipe Solá engordaba terneros en feedlot. El locutor oficial provocó la aclamación del público, más vocal que numeroso, al anunciar la presunta deserción de otros legisladores del Frente para la Victoria. Dos días antes, el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, había inaugurado en Bahía Blanca sus cursos de participación política para productores, concebidos por el consultor Felipe Noguera para limpiar la imagen de la entidad, vinculada con los golpes militares del siglo XX. La clase de democracia fue impartida por el ex director de la revista Cabildo y ex viceministro de Defensa de Carlos Menem, Vicente Massot, quien debió renunciar a ese cargo luego de la defensa de la tortura en un reportaje de Ernesto Tenembaum. En diálogos privados, Biolcati repite que “hay que ganarles en octubre y empujarlos para que no terminen el mandato”. La disposición beligerante de la Mesa de Enlace se refleja también en el nuevo lockout y en la convocatoria para el 12 de marzo a un acto multisectorial con participación de dirigentes de la oposición en Córdoba. La decisión reiterada por la presidente CFK de excluir del diálogo con las patronales agropecuarias los tributos a las exportaciones de cereales y oleaginosas, la apertura de la venta de pliegos para la instalación de nuevos operadores de televisión por cable, el estudio sobre la pretendida fusión de los dos cables del Grupo Clarín y la probable inclusión de la nueva ley de servicios audiovisuales en el período de sesiones ordinarias del Congreso que se inicia la semana próxima, sugieren que el gobierno nacional ha decidido recoger el guante lanzado por el complejo agromediático. Esto no significa que el ex presidente Néstor Kirchner haya decidido presentarse como candidato en la provincia de Buenos Aires, donde reside desde 2003, aunque sus apariciones públicas en diversas provincias implican el reconocimiento del carácter plebiscitario de los próximos comicios, en los que el oficialismo pondrá en juego su mayoría en ambas cámaras legislativas. Si los pasos previstos en materia de radiodifusión se cumplen, el gobierno padecerá renovados ataques pero habrá hecho un aporte sin precedentes a la institucionalidad democrática, permitiendo la participación de otras voces que hoy no se escuchan.

El diálogo

El presidente de la Sociedad Rural dijo que había abandonado la negociación con el ministro Julio De Vido porque las propuestas del gobierno eran insuficientes. Sin embargo, en la primera reunión, el 5 de enero, el gobierno puso dos condiciones para avanzar: que no hubiera nuevos menoscabos a la investidura presidencial (Biolcati condujo un cacerolazo sobre la residencia de Olivos el año pasado) y que no se discutieran las retenciones a la soja, porque esos ingresos eran el ancla imprescindible para que el vendaval económico originado en la economía mundial no desquiciara la del país. La prueba de que Biolcati aceptó esas restricciones es que los encuentros entre ambos negociadores continuaron en los 45 días transcurridos desde entonces, con participación del Secretario de Agricultura Carlos Cheppi y del economista jefe de la Rural, Ernesto Ambrosetti y, según dijo Biolcati a su interlocutor oficial, con conocimiento del presidente de la Franja Morada Agropecuaria, Mario Llambías, y del agitador de la Federación Agraria, Alfredo De Angeli, con quien Biolcati almorzó en la sede gremial de Palermo luego del primer encuentro con De Vido. Ante la publicación de este diario, los que sabían y los que no se habían enterado, como Eduardo Buzzi, negaron los contactos y atribuyeron la noticia a una operación oficial contra Biolcati. Pero la negociación no fue revelada por esta página, sino en el panorama empresario de Clarín de la semana anterior. Fue a partir de esa primicia periodística de ostensible fuente patronal, que esta columna intentó, y logró, reconstruir la trama secreta. Con la misma impavidez, Biolcati atribuyó al gobierno la ruptura de códigos a los que él se habría atenido como un caballero, pasando por alto la declaración de la Mesa de Enlace que acusó de negarse al diálogo al gobierno, con el que la Sociedad Rural estaba negociando desde Navidad. Fue recién en respuesta a este ultimátum que el vocero presidencial hizo pública la transacción con el representante de la Mesa de Enlace. Omitió, sin embargo, los detalles de lo acordado. El gobierno aceptó una larga serie de reclamos, como la eliminación total de las retenciones a las economías regionales, el cobro de retenciones al trigo después y no antes de la molienda, lo cual tendría efecto fiscal neutro pero beneficiaría a los productores; la mejora en el precio de la leche que cobran los tamberos, la supresión de las retenciones a las exportaciones de leche en polvo, el lanzamiento de un programa carne plus, que permita la faena de animales más pesados, de modo de incrementar el tonelaje exportado con el mismo número de cabezas y la asignación a los corrales de engorde que tienen 35 por ciento de capacidad ociosa de los terneros de las vacas lecheras; la revisión de la resolución 543 de la Oncca que desacopló al Estado del riesgo en los mercados de futuros y la eliminación de los Registros de Operaciones de Exportación (ROE) a cortes finos, como el lomo o el cuadril. En cambio, rechazó permitir la exportación de manta de vaca vieja, que va a la industria del termoprocesado, por la dificultad de controlar que esos permisos no se usen para faenar terneros, y la reducción de la cantidad de productos lácteos de precio regulado, que encarecería productos como la crema y los postrecitos. Esa defensa del niño peronista y su dieta alimenticia fue la única intervención en los acuerdos que puede atribuirse al Gran Satán del comercio interior y los precios. Aun hay otro punto de desacuerdo: Biolcati sostiene que pidió que se suprimieran las retenciones al trigo, De Vido no lo recuerda y en el paper presentado por la Sociedad Rural no figura. El gobierno también rechazó nuevas quitas parciales en las retenciones al girasol y el maíz, que implicarían sacrificar mil millones de dólares de recaudación.

Hoy un juramento

La Federación Agraria acusó a Biolcati de traición y su Vicepresidente Ulises Forte lo trató de patrón de estancia. La sorpresa de Buzzi y sus incondicionales es comprensible y termina de calificar el tipo de relación que entabló con la organización de los latifundistas, contra la que hace 97 años la Federación Agraria dio su grito de Alcorta. La ratificación del gobierno como enemigo común y principal disolvió la tormenta. La dura declaración de la Mesa de Enlace hizo comprender al gobierno que Biolcati no investía la representación que se había arrogado al llegar a esos puntos de acuerdo. Amplió entonces la convocatoria a todos los miembros de la Mesa, para reunirse pasado mañana con la ministra Débora Giorgi, de quien depende la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos. No obstante, luego de recibir la invitación, las cuatro cámaras patronales decidieron realizar la primera medida de fuerza del año. La exasperación de los federados tiene que ver con la gratuidad de los documentos necesarios para el transporte de productos agropecuarios dispuesta por la AFIP y la Oncca. La canonjía otorgada por Menem y Cavallo a una cooperativa que manejaba la Federación revirtió luego a la propia entidad de los medianos arrendatarios rurales que de ese modo financiaba en forma holgada sus actividades. El cierre de ese chorro de plata dulce obligó a un ajuste de gastos que, según el opositor Movimiento Campesino Liberación, conducido por quien fue el maestro de Buzzi en el gremialismo rural, José Luis Livolti, eran dispendiosos. La conflagración que estalló en la Mesa de Enlace se aplacó en Leones, pero una solución de fondo sería que la Sociedad Rural, Coninagro y Carbap compensaran a la Federación los 15 millones de pesos que recibía de los productores por la emisión de las cartas de porte. Buzzi los considera un lucro cesante causado por la participación común en la Mesa de Enlace. Su situación es complicada frente a sus propios afiliados porque la media sanción del proyecto de ley sobre retenciones móviles que la Cámara de Diputados votó el 3 de julio pasado contenía apreciables beneficios para los productores de hasta 1500 toneladas de cereales y oleaginosas e iba atada a otros dos proyectos de ley inspirados por la propia Federación: uno de arrendamientos, al que se oponía la Sociedad Rural, y otro de creación de un fondo de 150 millones de pesos para atender a pequeños productores en situaciones de emergencia agropecuaria debidas al cambio climático o a fenómenos biológicos que pongan en riesgo la continuidad de los productores y afecten a las comunidades rurales. Sin embargo, por razones que Buzzi nunca explicó pero que deben tener alguna motivación nítida, la Federación Agraria redobló sus esfuerzos para que el Senado no convirtiera esa sanción en ley y cuando Julio Cobos terminó de lloriquear y votó como le habían indicado su esposa y sus hijas, celebró en Palermo como si se tratara de un campeonato deportivo. Por cierto, la derrota de la resolución 125 y sus modificaciones fue una gran victoria de la Sociedad Rural y Carbap, que representan a los latifundistas más poderosos, cuya alícuota se mantuvo en el nivel previo, pero perjudicó al resto, al anular los subsidios por tonelaje y distancia que el gobierno había aceptado pagarles y mandó a una vía muerta los otros proyectos de ley. Luciano Miguens, quien entonces era presidente de la Sociedad Rural dijo la semana pasada a la revista Fortuna que habían cometido un error de evaluación, porque pensaron que después de quebrar al gobierno en el Congreso podrían imponer sus condiciones “pero se creó como un castigo al sector y el gobierno mantuvo la confrontación”. Según su particular visión de los hechos, hay en curso una venganza contra “el campo”. En la Sociedad Rural, acompañado por Biolcati y Llambías, Buzzi mencionó a Víctor De Gennaro y el Frente Nacional contra la Pobreza, Frenapo. Podría batir el record de obscenidad política, si hubiera medios que la reprodujeran y contextualizaran: una de las denuncias del Frenapo fue que la extrema pobreza coexistía con la extrema riqueza, principal obstáculo para la redistribución.

(Publicado en Página 12, en la edición del domingo 22 de febrero de 2009)

17.1.09

De adjetivos, confusiones e imposturas

Daniel Guariglia se tomó el trabajo de leer con atención el artículo "Espejos rotos", publicado en este espacio hace un tiempo, y consecuencia de una reflexión sobre la cultura en Neuquén iniciada varios años atrás. Por cierto, no comparto varias afirmaciones de Guariglia (la no menos hiperbólica es la que me atribuye formación "británica") pero, nobleza obliga, el tiempo y el esfuerzo que le llevaron interpretarme y escribir a continuación sobre ello, lo hacen merecedor de esta publicación. Levanto el guante, pues...


"De adjetivos, confusiones e imposturas"

Por Daniel Guariglia

Cuando hace unos años leí en la revista cultural Ñ el artículo del periodista y poeta Gerardo Burton acerca de la situación de la cultura en Neuquén, me sentí molesto. Por distintas razones dejé pasar la polémica y pensé en conversarlo con el autor café de por medio. Pasaron los meses y una de las actividades organizadas por el Grupo de Artistas por Zanón –que integro- puso en el panel de debate al autor y a otro poeta, además de un actor, una artista plástica y un videasta.
Tanto el poeta Ricardo Costa, que basó su intervención en el artículo de Burton y en su propio libro (Un referente fundacional), como aquel, retomaron los conceptos del artículo mencionado, para referirse a la dinámica que ha tenido la lucha de los obreros de la cerámica Zanón en el contexto de la cultura de la provincia.
Pude intervenir en forma breve en el debate posterior, pero quedé aún más molesto que antes, ya que me pareció que la confusión aumentaba y que Burton huía del verdadero debate. Una respuesta a tales conceptos se hizo impostergable. El artículo acerca de los conceptos vertidos por Burton y Costa en relación a las características de la lucha de los obreros de Zanón será para más adelante.

Adjetivos y confusiones
Dice Burton en su artículo Espejos rotos (neuquénlog – 28-02-07) “Hay en Neuquén –y acaso en la región- una intensa producción cultural con una expresión plebeya y cimarrona que no responde a, y por el contrario, precisamente escapa de, los cánones y las ortodoxias y se precia de ser así. Esta cultura bizarra no es más que la expresión de una sociedad convertida en un caldero que produce formas alternativas a lo oficial, construye estructuras que transcurren por andariveles lejanos del poder establecido”.
Comencemos por los adjetivos, que he subrayado. Tal vez por provenir de Buenos Aires (en 1986), el autor no sabe todavía reconocer que una región de inmigrantes pobres y de indios corridos a los golpes y a los tiros, explotados todos ellos por estancieros y mercachifles devenidos en gobernantes y empresarios, no puede tener otra constitución social que de características plebeyas. Si, como poeta –no ya como periodista-, se detuviera a indagar en la historia social y política de esta provincia, raspando la cáscara de las apariencias, sabría que pocos aquí se han considerado aristócratas y que esta categoría social no existe en el imaginario colectivo, en nuestra subjetividad social. Tal vez se hayan considerado aristócratas locales algunos jueces de doble apellido, algunos descendientes de franceses o británicos; otro sector que adoptó el nacido y criado (NyC) para establecer ciertos privilegios fútiles y diferenciarse de los chatos de la zona, este último un término acuñado por oficialitos del Ejército Argentino inspirados en el racista Perito Moreno, para mofarse del carácter y la morfología de los lugareños indios y mestizos.
Muchos de nosotros, en particular los que preferimos nombrarnos como chatos de la zona, no ponemos ningún reparo a ser considerados plebeyos, que lo somos. Siempre y cuando ese adjetivo no tenga connotaciones despectivas como, tenía –y tiene- en las cortes europeas a pesar que nobleza y realeza sean artículos anacrónicos. Como lo tiene en ciertos estratos sociales de nuestra gran urbe argentina, donde lo plebeyo es, para un sector que se considera a sí mismo como aristocracia el “populacho”, aquello brutal, salvaje, inculto; en el presente, piquetero, cartonero, como hasta hace poco se resumía en el único término villero. Si somos plebeyos porque somos parte del pueblo, esa categoría elástica, engañosa y medio amorfa o maleable incluso, no hay problema. El problema ocurre porque Burton adjunta a (cultura) plebeya el adjetivo cimarrona. Para la Real Academia Española de la lengua, este adjetivo describe al salvaje (en segundas al caballo, en terceras al ganado sin dueño) y en nuestra pampa húmeda se adjudica también a los perros salvajes que, según el saber popular, suelen llegar a comerse entre ellos. ¿A qué imagen alude Burton con este adjetivo? ¿A la romántica imagen a la Jack London del potro salvaje de la películas de Hollywood, indomable, ansioso de libertad y bello por no tener dueño? ¿O simplemente a la del salvaje que es, incluso, capaz del canibalismo?
No quedan posibilidades de malentendidos cuando el autor de las definiciones sobre la cultura en Neuquén nos dice que ésta es bizarra. Allí, es obvio que no quiere decir gallardo, valiente, como dicen los diccionarios castellanos de tal adjetivo, sino que lo utiliza en la lamentable jerga actual, donde este término se asocia a lo que es raro o extravagante, incluso mal realizado, una derivación que parece provenir de una mala traducción del cómic inglés y que empezó extendiéndose al cine.
Reuniendo los tres adjetivos, es bastante claro que Burton piensa que los hacedores artísticos y culturales de Neuquén somos unos salvajes, medio caníbales y extravagantes con los cuales debe convivir, por razones de trabajo y residencia, por lo que no es capaz de usar los verdaderos términos de su pensamiento. Alguien podría decir que hay que leer el artículo completo para llegar a tal conclusión. Pues bien, ante de continuar con la florida prosa de Burton, digamos que en otro contexto podría sonar elogioso que se considere que escapamos -los artistas y hacedores culturales- a los cánones y las ortodoxias, algo que es una verdad a medias, ya que un artista conciente sabe que para superar el pasado es imprescindible conocer y comprender ciertos cánones y cierta ortodoxia. Punto que es para otra discusión y que menciono para destacar el verdadero contenido ofensivo del artículo en cuestión.
Continúa Burton: “Los artistas en sus distintas disciplinas –actores, plásticos, escritores, músicos- se autocalifican casi mayoritariamente como independientes porque su actividad, pretenden, no está sostenida por empresas ni por organismos públicos”. (Aquí los subrayados también son míos). Esta es una tabula rasa que, pretendiendo explicar algo sólo confunde y niega. Burton quiere dar una idea cerrada y oculta los procesos tras las cosas. ¿Hay una sola concepción de independencia entre los artistas de Neuquén? ¿Es un debate cerrado? Un grupo importante de los hacedores de nuestra provincia, hace ya muchos años llegó a la conclusión que el apoyo estatal y de las empresas privadas no atenta contra nuestra independencia creativa y de organización. Es imprescindible reclamar al estado un presupuesto acorde a las necesidades de la cultura y la producción artística local y luego dejar hacer a la sociedad civil. Más aún cuando la reciente reforma de la Constitución de la Provincia de Neuquén, en sus artículos respectivos (105,106 y 107) declara parte a los artistas y sus asociaciones en la elaboración y ejecución de las políticas públicas referidas al arte y la cultura, dándole rango jurídico. La intervención estatal es exigencia de los artistas independientes y no algo rechazado per se. Además, cualquiera puede comprobar que es habitual que producciones locales sean apoyadas por empresas privadas –en la mayoría de los casos pequeñas empresas y comercios-, con lo cual la totalidad de la proposición de Burton se desvanece.
En verdad, es posible sospechar que Burton se afana por esquivar el debate sobre el papel del Estado en la Cultura y sólo describe que hay una ausencia de políticas cuturales combinada con un fenómeno de mercado y una confusión acerca del lugar que toca a cada uno. Al afirmar que los hacedores no queremos la ayuda del Estado y las empresas, sugiere que, somos nosotros los que forjamos por oposición simple la ausencia material de ese apoyo. O sea, además de brutos y salvajes, somos necios. Claro, sus amigos funcionarios que dilapidan el poco dinero que se destina a la cultura y a la promoción artística en una política elitista, monumentalista y de importación de supuesta calidad, ignorando a los creadores locales, le estarán palmeando la espalda. ¡Claro que el Estado no sostiene la cultura! Pero no es por eso que nos decimos independientes.
Vale aclarar que cuando reclamamos la intervención del Estado es para que éste disponga de un presupuesto acorde a lo establecido por los distintos actores de la sociedad civil. El presupuesto no es sólo dinero y recursos, sino también una cantidad de tácticas y proyectos que potencien –y no mengüen- las posibilidades del hacer y el pensar. Una vez aportado lo que corresponde, el Estado debe retirarse y dejar hacer a la sociedad civil, que será la encargada de reafirmar los aciertos y reorientar los aspectos erróneos. ¿Quién puede negar que todo sería mejor aprovechado y que los resultados podrían ser efectivos, eficientes y, a mediano plazo, de una calidad superior? En fin, es posible que Burton, con sus “espejos rotos” nos esté diciendo que no tenemos donde mirarnos, ni donde reflejarnos; somos unos atrasados que necesitamos de periodistas porteños con una mirada británica que nos digan cómo somos y qué debemos hacer.

Imposturas
Aunque sabe muy bien cuáles son los debates y diferencias que existen entre los artistas independientes, es llamativa la habilidad que tiene este hombre para evitar una postura crítica. Aparenta describir una realidad anómala con adjetivos grandilocuentes y no profundiza en nada. Léase el siguiente párrafo: “En la municipalidad, donde se produjo la inédita continuidad de un plan que incentiva las artes plásticas merced a la construcción del Museo de Bellas Artes y la incorporación de parte del patrimonio de la institución madre, subsiste la incógnita respecto del futuro. Es decir, si un intendente de otro signo considerará que el museo constituye una política de Estado o es nada más que un capricho transformado en edificio”. O estos:”El resultado de esta situación es el adocenamiento de los creadores y un público con el gusto esmerilado. Al final de este camino, el público habrá optado por lo seguro, es decir, aquello que ofrece esa política oficial que confunde cultura con espectáculo. Así, se adhiere a una de las acepciones en vigencia: cultura igual entretenimiento igual espectáculo igual ocio” (…) “Esta persistente confusión está apenas atenuada por la calidad de los espectáculos que programa Casino Magic, la multinacional del juego radicada en esta ciudad que se constituyó desde hace un año y medio en la verdadera ideóloga del plan cultural provincial, en especial a partir de la tierra arrasada que es la ciudad –y acaso la provincia- en materia de establecimientos donde los artistas –músicos, actores, cantantes- puedan ejercer su oficio”.
Véase que adjudica al negocio inmobiliario y de mercaderes del arte, el carácter o el objetivo de incentivar las artes plásticas. No dice que lo único que se incentiva es una generación de espectadores que en cierta porción son mercado potencial para aquellos mercaderes. Si se tiene en cuenta que los expertos de la mercadotecnia calculan que Neuquén abarca un universo de un millón de consumidores desde Choele Choel en Río Negro, hasta Esquel en Chubut, la porción de un público consumidor de obras de arte de cierto valor económico no debe ser inferior a las diez mil personas, lo que no es poco para un solo marchante que domina la escena. Tampoco dice que ésta misma orientación política de colocar al ocio, la cultura y el espectáculo en una misma bolsa, fue la artífice de los cierres de lugares para espectáculos locales, es la que niega todo apoyo y salas escénicas o de exposición acorde a la gran cantidad y calidad de artistas plásticos que en Neuquén viven y producen. La misma que se niega a considerar siquiera la construcción y puesta en marcha de centros culturales en los barrios periféricos de la ciudad ¿No sería bueno aclarar que las salas locales que funcionan y promueven la producción local son sostenidas por los artistas independientes? ¿No sería necesario dejar en claro que sólo obtienen ayuda aquellos espacios que hacen del amiguismo con los funcionarios una estrategia aduladora y se abstienen, como Burton, de cuestionar el fraude y las imposturas oficiales?


Y debemos hablar, nosotros también, de la calidad de nuestra producción, mal que le pese a Burton, porque aquí también se consigue. Aunque su ligereza con los adjetivos y definiciones más su impostura crítica, de como resultado un texto adocenado. Porque ¿de qué calidad hablamos en el caso de la multinacional del juego que promociona su actividad principal con la producción de espectáculos nacionales e internacionales masivos? ¿Ricky Martin? ¿Django? ¡Ah! ¡Qué torpe! Había olvidado a Marco Antonio Solís. Lo que niega la descripción de Burton es que hay aquí, en esta ciudad y en esta provincia, a pesar de todas las dificultades, calidad artística que en muchos casos de teatristas, videastas, fotógrafos, artistas plásticos, escritores y músicos, han recibido premios, reconocimientos y distinciones en el ámbito nacional e internacional. Tanto como en el deporte, en esta provincia no existe en la cultura y las artes, desde el Estado, la actividad de base, ni el fomento, ni la extensión, ni el apoyo a las instituciones que luchan por sostener la producción artística local y son las únicas que regeneran y recrean esa imprescindible acción de base.
Por último, en relación a estos párrafos, he subrayado en el primero la palabra “inédita”, que en estos tiempos buena parte de los periodistas y medios –incluso en titulares de diarios y TV- utilizan en forma indiscriminada. Deberíamos creer que esta política de supuesto incentivo a la plástica por medio del MNBA ¿nunca se editó? ¿O nunca antes se postuló, propuso o llevó adelante? En este caso lo disculpamos a Burton, ya que parece que su oficio de periodista primó sobre el de poeta.

Independientismo, oportunismo y decisiones
No hay que olvidar que existen en nuestro medio unos cuantos hacedores artísticos y culturales que se autodenominan como independientes, pero son incapaces de ser consecuentes en la acción. En la práctica no tienen escrúpulos en lamer las botas del oficialismo de cada gestión, para obtener alguna migaja de las que dejan caer los funcionarios para aquellos que los ayudan a llevar a cabo sus tropelías, manteniendo su imagen y su política. Esos colegas, evitan sostener cualquier postura crítica o participar de algún reclamo colectivo y son expertos en recostarse del lado donde calienta el sol. Han tratado por todos los medios que prevalezca el amiguismo en relación a las políticas oficiales de cultura, si es que estas pueden llegar a llamarse de tal modo. Tanto como los “adictos” al oficialismo, que Burton menciona en otro párrafo y que en realidad debería llamar adeptos al gobierno, ya que estos no sufren síndrome de abstinencia sino del más vil oportunismo y son unos vulgares trepadores.
Es preciso destacar entonces que hay un numeroso grupo de artistas locales que nos manifestamos independientes en términos políticos y no es que pretendamos que se nos llame así. No somos unos chicos pretenciosos, como Burton nos describe, además de plebeyos, cimarrones y bizarros. Un par de centenares estamos asociados a las diversas organizaciones que hemos construido en las últimas tres décadas y cada vez con mayor empeño actuamos en forma conjunta. Esta independencia está relacionada a lo que llamamos esa –restringida- libertad de mantener nuestra capacidad creativa, sin dejar de reclamar a las distintas gestiones una política cultural que pueda ser desarrollada por la sociedad civil. Pero el estado, sea provincial o municipal no es el único destinatario de nuestras acciones y expresión, sino también la sociedad, que en todas sus clases respeta y valora más aquello que venden la tele y los diarios.
Como sabemos “la libertad es una ilusión”, al decir del vate ciego, o sólo puede ser “la comprensión de la necesidad presente” para un pensador en las antípodas de aquel escritor. Aún así, con esas restricciones, reclamamos esa libertad para crear, sin que el estado, los funcionarios, los credos, o empresario alguno, incluso ningún partido, por revolucionario que se proclame, pongan condiciones o censuras en el proceso y en el acto que fuera. Pero para que la libertad creativa sea algo más que retórica es imprescindible un presupuesto cultural acorde a las necesidades de la población más postergada, lo que nos enfrenta a los distintos gobiernos y nos adjudica por añadidura el calificativo de independientes. Se tenga o no conciencia, los artistas integramos esa porción más postergada de la población que no es tenida en cuenta en tanto sus capacidades, potencialidades y necesidades, debiendo desarrollar como trabajo “productivo” cualquier otro oficio que ayude a parar la olla, tener techo y demás cosas que nos permitan pensar, actuar y hacer arte, en los tiempos libres. Es decir, la libertad es material, tiene peso y medida, por lo tanto límites. Se pueden aceptar esos límites a pies juntillas o luchar por ensancharlos. Y aclaro, por si acaso, que no hay una sola forma de luchar, un solo punto de vista ni un pensamiento acabado al respecto entre los que, aún así, luchamos codo a codo y con mayor o menor intensidad.

Reflejos de una mirada
Viniendo de la gran urbe, con su mirada británica y poéticos adjetivos, las imposturas de Burton me recuerdan en cierto modo, aquellas discusiones casi en voz baja que se daban en los inicios del efímero Centro de Escritores Patagónicos (1982) y que hoy reverberan. Existió un importante sector que a toda costa quería introducir en los debates la supuesta necesariedad de “discutir cuál es el perfil del escritor patagónico”. En aquel entonces el postmodernismo –o posestructuralismo- no nos había contaminado todavía con esa nueva área del supuesto conocimiento que son las identidades o caracteres identitarios, utilizadas para reforzar la fragmentación y justificar los enfrentamientos intrasociales.
Aquel sector reflejaba los rasgos sociales más conservadores y acríticos de las provincias patagónicas. Por fortuna, ya que éramos jóvenes bastante ingenuos, los que pretendíamos debatir acerca de cómo promover la lectura, la escritura y la publicación de nuestros trabajos en el marco de una política cultural como la que hemos referido más arriba, teníamos de nuestro lado a maestros y maestras como Nancy Iriarte, Juan Carlos Corallini, Oscar Ferro y Mercedes Rolla, entre otros pocos, porque gracias a ellos pudimos comenzar a desarrollar un debate sobre estas ideas, además de ciertas acciones como la revista Coirón. Aquellos que se deleitaban con la metafísica de la escritura –que no habían tenido empacho en apoyar a la dictadura aunque ahora digan que no-, debieron hacer silencio por un tiempo. Burton, en cierta medida, se parece a aquellos escritores, aunque no sea un cultor del clasicismo como algunos, ni en estricto un conservador. Pero pretende marcar un perfil o una identidad: plebeya, cimarrona, bizarra –pretenciosa-, para los artistas de Neuquén y su producción, cuyo “resultado es el adocenamiento de los creadores y un público de gusto esmerilado”. ¿A quién sirve ese canon? Hay que decirlo sin rodeos: a la continuidad de una política estatal que desprecia a los creadores locales y sólo se ocupa de aquello que puede ser un negocio, partidario o individual para algún funcionario o grupo de ellos. A difundir la especie que esos mismos funcionarios han echado a correr acerca del sectarismo, mezquindad, falta de fundamentos y salvajismo de los artistas locales.
También es bastante claro que, a pesar de lo que digan los prologuistas de sus libros de poesía, más que una búsqueda en el lenguaje (Borges diría que busca es la palabra justa, que búsqueda es un barbarismo), lo que a Burton le ocurre es una pérdida del lenguaje por falta de valentía intelectual, que ni siquiera se afinca en auténticos neologismos o en cierto rescate del lunfardo, sino en un enfático desprecio y en un oportunismo temeroso de llamar a las cosas por su nombre. No es que diga lo que dice porque no sabe lo que dice o porque ha cometido un error ligero. En su intento de quedar bien con Dios y con el Diablo –lo asombroso es que en algunos ámbitos lo ha logrado-, Burton se queda en el purgatorio de las ideas, condenado a su propio limbo.
Por último, es cierto que entre los artistas de Neuquén que nos consideramos independientes hay una gran diversidad de criterios, procedencias, formas y metodologías de acción; que nuestras diferencias, tanto éticas como estéticas y políticas, muchas veces no son menores; que en cuanto a cantidad y calidad mucho queda por discutir y adelantar; que podemos avanzar y retroceder a veces sin ejercer la suficiente autocrítica. También es cierto que nuestra producción existe y va ganando espacio en nuestra sociedad, además de reconocimiento en otros lugares; poniendo cada vez más límites a la ofensiva política oficial, ante la cual nos hemos fortalecido.
En esos ámbitos cotidianos de debate y lucha no lo hemos visto a Burton ni hemos podido escuchar sus opiniones o propuestas. No quisiera descalificar su artículo por esa ausencia, ni porque el autor es porteño, descendiente de británicos y funcionario provincial, ya que no discrimino a nadie por su procedencia u opciones personales. Pero vuelvo a la molestia que manifesté al principio: no me gusta la gente que mira a los demás desde una supuesta altura, desde cierta superioridad, en particular cuando esa gente no tiene con que demostrar tales ínfulas.

Neuquén, 18 de Diciembre de 2008

Para ver el artículo completo de Burton: www.neuquenlog.blogspot.com