14.11.09

Reos de propiedad

por María Beatriz Gentile (Publicado en el diario Río Negro el 12 de noviembre de 2009)



Según el Censo Nacional Agropecuario del 2008, el 65% de las explotaciones agropecuarias (EAP) de la provincia del Neuquén se halla sin límites definidos, lo que equivale a decir que, de un total de 4.519, 2.950 no están delimitadas. Esto contrasta fuertemente con la vecina provincia de Río Negro, donde sólo el 5% de las EAP no posee definidos sus límites. Mientras en esta última más de 11.000.000 de hectáreas cuentan con delimitaciones claras, en Neuquén sólo 2.000.000 están dentro de esta condición. El panorama se torna aún más confuso ante los números que maneja la Subsecretaría de Tierras de la provincia del Neuquén cuando informa que el 77% de la tierra está regularizada y que la provincia se encuentra "en el mejor lugar en la materia, a nivel país". No nos queda claro a qué se hace referencia cuando se habla de "regularización", pero lo cierto es que sigue siendo altísimo el número de explotaciones agropecuarias que no están delimitadas. Esto último no hace más que fundamentar la necesidad de un relevamiento territorial como prevé la ley 26160, normativa nacional a la que se oponen tanto el gobierno de la provincia como sus clases propietarias.

Neuquén es una de las pocas provincias que se niegan a llevar a cabo este relevamiento territorial. Demasiados intereses en juego de una burguesía que ha sabido acumular primero desde el comercio y luego haciendo negocios con el Estado y ahora aspira a hacerse de la tierra a la que ha llegado un poco tarde y debe disputarla con antiguos poseedores.

La conflictividad desatada en los últimos meses por el relevamiento territorial ha puesto en entredicho el discurso paternalista con que el partido gobernante (MPN) ha venido respondiendo a la demanda de los pueblos originarios. En otro sentido se ha revelado inconsistente el imaginario colectivo que por años sostuvo a la cultura mapuche como un elemento constitutivo de la identidad neuquina. ¿Qué pasó entre la poesía de Marcelo Berbel y los discursos de Nuno Sapag? ¿Cómo se llegó de Amutuy donde "mi hermano me arrincona sin piedad" a los infiltrados de ETA y de las FARC?

Pocas dudas caben acerca de que la "nación blanca" que pretendemos ser se construyó a base de políticas depredadoras material y conceptualmente del elemento indígena. Teodoro Müller, un pionero de origen alemán asentado en Cinco Saltos a principios del siglo XX y fundador de la primera cooperativa de fruticultores, relata en sus memorias haber conocido a un soldado expedicionario que contaba cómo después de una batalla "comenzó el degüello sobre la orilla de la laguna tirando las cabezas cortadas al agua hasta que terminaron con todos; la persecución prosiguió con toda energía exterminándolos a montones y los últimos traspusieron la cordillera refugiándose en Chile, aunque algunos se refugiaron en los bosques precordilleranos". Más que claro resulta que el avance de las fronteras interiores estuvo muy lejos de revestir el carácter "civilizador" que las versiones racistas de la historia elaboraron. A pesar de lo mucho que se ha avanzado en el campo de la investigación histórica, las escuelas primaria y secundaria insisten en contar a nuestros jóvenes que la historia de la Argentina comienza con la conquista y colonización y que antes que conquistadores estos señores parecían "inmigrantes".

Hoy el conflicto por la tierra en Neuquén forma parte de la lucha por la distribución equitativa de la riqueza en la Argentina. Esta nación que por siglos se ha venido viendo a sí misma como una nación blanca y europea debe comenzar a enterarse de que -según el censo poblacional del 2000- más de un millón de personas forman parte de pueblos originarios y otro tanto se reconoce como descendiente; de que de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires, el 56% de los argentinos tiene algún grado de parentesco en sus antepasados con etnias originarias; de que el famoso "crisol de razas" se hizo añicos con la Ley de Residencia y la Semana Trágica de 1919 y, por último, de que el "mal que aqueja a la Argentina" no es la extensión ni el desierto, como escribió Sarmiento. El mal que aqueja a la Argentina, hoy como entonces, es la concentración de la riqueza. Mientras esto no se modifique siempre habrá reos de la propiedad.


Doctora en Historia. Facultad de Humanidades. Gehiso UNC. Delegada de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación

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