17.8.21

Los ausentes, recitado y milonga

En julio de 1980, en una reunión en mi casa de Martínez, donde nos habíamos mudado hacía poco, hicimos un homenaje, un recuerdo de amigos desaparecidos. Se habían cumplido hacía poco cuatro años del golpe de Estado. Escribí entonces un poema introductorio y otro con aire de milonga, que le llevé a una amiga, Georgina Aguerre, que había sido compañera de trabajo en la editorial de Carlos Lohlé. Ella había dejado el empleo para integrarse a las Voces Blancas y luego comenzó a presentarse como solista interpretando temas del folklore latinoamericano y del tango. Durante varias tardes trabajamos el poema -la milonga- y finalmente, ella la cantó en esa reunión. Había alrededor de 30 personas en la casa. Tres o cuatro años después, Georgina se instaló en París con su pareja de entonces. Allí trabajó como maestra de canto, en formación de la voz de actores y actrices y en espacios teatrales. Es madre de una mujer, Julia, y sigue, aunque jubilada, en su oficio.

El poema fue leído por un amigo, y la milonga fue la única vez que se cantó en público. Solamente está disponible en casetes caseros. Bueno, ésa es la historia de estos textos; sé que el poema no es bueno -diría que es malo-, pero la milonga zafa y, con la melodía, se supera. 

Gerardo Burton (geburt@gmail.com)



Escuchen todos (recitado)


¿qué podré decir de esa época

si hasta dios era clandestino?


el miedo nos llevó a juntarnos

como hacen los animales en medio de las tormentas

y ahora que no hay quien tenga voz, fuerza, palabras,

quieren que creamos que fue mentira

la borrasca


pero yo sé que muchos

crecimos al amparo de tanta muerte,

yo sé que la memoria corre

más rápido que la moneda, más pertinaz que el agua

y que se escriben en cada esquina

los nombres de los ausentes


puedo decir algunos,

juan el bueno/raúl el manso/carlos el luminoso

y hay más, tantos más

pero todos 

están en una región

donde sangre y esperanza

desterraron el olvido


porque el invierno había llegado

con lluvia, muerto él de frío

y los soldados

ocuparon calles y casas

sin descuidar un rincón para sembrar espanto


hermanos, que se abra el cielo

y escuche qué pasó:




Los ausentes – milonga

(se puede escuchar en: https://drive.google.com/file/d/1xOHbUOqZMG1vVZDFOn4WiNH6c9DbmtDL/view?usp=sharing)


De la historia de mi patria,

la de cuatro años atrás,

un pedazo de ese tiempo

es lo que voy a contar.


Vengan los cielos y escuchen

que no todo está perdido:

de esta historia cercana, viday

muchos no tienen olvido.


Todos sabemos de alguno

sea pariente o amigo,

entonces pues, nos ayuden

del canto en el motivo.


Sin saber cómo fue,

acaso por el descuido,

la luz se hizo tiniebla, y Dios

había desaparecido.


Estribillo

¿Dónde están los luminosos,

los mejores hermanitos,

dónde sus corazones

arrojados en el río?


En aquel tiempo mi tierra

guardó nombres en silencio:

penaba como nosotros

ella también sin consuelo.


Los llevaron por un rumbo

que no conoce regreso,

un día gris, y era junio

bajo la lluvia de invierno.


Juan fue el primero en partir,

de corazón encendido,

lo sorprendió entre la sombra

el terrible acero frío.


Después Carlos y Raúl

en un amanecer maldito

vieron los rostros duros

de sus propios asesinos.


Estribillo

¿Dónde están los luminosos,

los mejores hermanitos,

dónde sus corazones

arrojados en el río?


Una madrugada turbia

como mirada de infierno

les arrancaron la vida,

¡ay, mis hermanitos muertos!


Ahora vivimos en paz,

y ladran algunos perros,

en una paz que ha nacido

poblando los cementerios.


Resista el alma y no afloje

porque sea tanto el infierno,

que la luz está en nosotros

la luz de los que se han muerto.


Porque fueron tantos años

de dolores sin olvido

que no puede, hermanos, hoy) bis

el amor ser el vencido)




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